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EL MOSAICO ROMANO DE LA VEGA DE ALBALATE

INTRODUCCIÓN:

Casualmente, en 1964, realizando tareas de acondicionamiento de un bancal en la huerta de Albalate donde siempre habían tenido dificultades para que los árboles asentaran debidamente, un agricultor calandino halló la razón a tal anomalía. Un maravilloso mosaico, entre otros enseres, aparecieron como un regalo de los dioses.

Fecharían y situarían en época tardía del Imperio Romano dicho hallazgo, tratándose de uno de los más significativos de la provincia de Teruel y constituyendo el principal exponente de la cultura romana en nuestra provincia turolense. Históricamente se podría considerar que el yacimiento del Camino de Albalate es la muestra más importante de la Calanda romana de Tito Didio.

Se hizo cargo de la gestión arqueológica el Museo Provincial de Teruel. Las excavaciones que se realizaron constataron que se trataba de pavimentos policromados de “opus tesselatum” y con temática variada de tres estancias de una villa romana. En agosto del mismo año se levantaron los mosaicos que fueron expuestos en Calanda en octubre de 1965 para mostrar el singular hallazgo a los vecinos y visitantes que pudieron acceder a su contemplación. Seguidamente estas piezas se trasladaron a la ciudad de Teruel donde hoy en día podemos admirarlas en la cuarta planta del Museo Provincial de Teruel.

Purificación Atrián

José Antonio Bielsa

Además del mosaico, la lujosa villa romana ofrecía otros elementos de interés, propios del avanzado grado de complejidad que había alcanzado la vida de las clases altas lejos de los grandes núcleos urbanos. Así, bajo los cimientos del mosaico (de un sillar perfectamente acabado), apareció el sistema de calefacción de la villa, de una gran sofisticación para la época. Junto al monumental mosaico, fueron apareciendo otros objetos de la época, siglos III-IV, de muy diverso signo, algunos de los cuales pueden verse hoy en las vitrinas del museo turolense. 

El conjunto arqueológico que se recuperó muestra una pequeña parte de lo que pudo ser una gran villa romana. El mosaico cubría parte del suelo de esta villa que pertenecería a alguna familia de la aristocracia latifundista de la época. La suntuosa residencia estaría rodeada de una extensa explotación agraria. Solo se excavaron tres estancias de la casa y no sería extraño que en la zona hubieran existido restos de otros mosaicos.

Se intentó averiguar si la tierra de Calanda podría esconder nuevas superficies de teselas, pero en aquel momento, se consideró que el allanamiento constante a que se habían sometido esos terrenos de cultivo resultaría infructuoso.

El lujoso estilo de vida de los grandes hacendados de este periodo se detecta en multitud de aspectos, tanto los relacionados con las viviendas como con la indumentaria y el cuidado del cuerpo del que participaba este reducido grupo social. Los mosaicos de Calanda y Urrea de Gaén revelan la rica decoración de las villas, residencias rurales que albergaban suntuosos objetos de ajuar 

Lo más destacado de dicho yacimiento fue el pavimento de la gran villa romana allí asentada y del que se pudieron rescatar tres estancias. La primera estancia, constituye la habitación de acceso, la más discreta del conjunto. Su espacio de forma rectangular, con decoración musivaria (pintura bidimensional con una perspectiva invertida, los pies los dibujan en ángulo, entre otras salvedades el nombre se le dio por considerar ser inspiración de las musas) incide básicamente en dos temas: banda de motivos vegetales con volutas y banda de trenzado de dos cabos. Accediéndose por una puerta a la siguiente dependencia.

La segunda estancia, parece ser la habitación principal de la villa, artísticamente resulta más notable; además de los motivos geométricos, líneas de rombos con círculos en sus vértices y animales pequeños como delfines, la decoración incluye encuadrados en seis espacios la magnífica representación de seis animales. Un caballo, un jabalí, una pantera, un león un asno y un leopardo. Situados en una orla dividida en dos paneles rectangulares yuxtapuestos, realzados por un fondo paisajístico. Una escalera de dos peldaños, igualmente recubiertos de mosaico, conduce a la última estancia.

La tercera estancia de forma semicircular, la peor conservada materialmente, carece en su pavimento de varios fragmentos musivarios; considerada destinada a la función de comedor “triclinium” presenta una decoración formada por tres bandas geométricas que encierran en su interior diversas formas, como círculos, rectángulos, cuadrados y octógonos entre otras.

Este mosaico datado entre los siglos III y IV es una de las piezas claves de la cultura romana en la provincia de Teruel. Consta de más 1.500.000 teselas de un centímetro de lado; el historiador Manuel García Miralles lo describía así:

Conserva en perfecto estado su estructura y colorido. Está asentado en una base de canto rodado, sobre la que hay unas amplias baldosas de ladrillo cocido sin dibujo, de unos 40 cm², y encima de ese basamento el mosaico de piedras multicolores formando dibujos de extraordinaria belleza, tales como copas, flores y diversas figuras geométricas. Se considera el hallazgo más importante de los habidos en la provincia de Teruel, ya que el de Urrea de Gaén -que figura también en el Museo Arqueológico Provincial, de 100 m²- ni tiene la belleza de este ni es tan grande.

Una descripción y valoración más detallada es la que hizo José Mª Blázquez Martínez en su estudio monográfico del mosaico:

De izquierda a derecha y de arriba a abajo se representan: caballo al galope dirigiéndose a la izquierda, el paisaje montañoso está representado muy esquemáticamente al fondo y debajo del bruto, así como unos arbustos raquíticos en los lados interior y derecho; jabalí corriendo, rodeado en tres lados por arbustos sin hojas con montículo al fondo, con tres arbustos crecidos sobre él; y leona rugiendo, caminando a la izquierda, rodeada de arbolitos. En la fila inferior se encuentran: león parado rugiendo entre dos árboles (las garras están sombreadas, al igual que una pata trasera del caballo, las cuatro pezuñas del jabalí y una garra de la leona); mulo galopando a la derecha entre dos filas de tres arbustos cada una, con la cabeza vuelta hacia atrás; y leopardo caminando a su derecha con la cabeza baja y tres arbustos colocados en la parte superior que tienen grandes hojas acorazonadas. El suelo está sombreado en las cuatro garras. El cuerpo de los animales es voluminoso. Están bien proporcionados y son bien expresivos en los gestos del morro. Se fecha este mosaico en la segunda mitad del siglo IV.

En septiembre de 2017, y tres décadas después de una anterior intervención, el Museo de Teruel inició la restauración in situ del mosaico de Calanda, la obra más emblemática de la institución, tras varios meses de duración y con el propósito de frenar el “envejecimiento” de la obra y mejorar su conservación del público, la restauración fue concluida en enero de 2018. Relacionado con el tema se podía leer en El Heraldo de Aragón, el 31 de enero de 2018:

Una de las obras más importantes de cuantas se exponen en el Museo Provincial de Teruel, el Mosaico Romano de Calanda, ha recuperado su colorido tras dos meses y medio de trabajos de restauración en los que se han limpiado, una a una, los casi dos millones de teselas que componen esta obra de más de cuatro metros de ancho por 15 de largo.

La intervención, “imprescindible”, según ha destacado este martes el director del museo, Jaime Vicente, ha sido posible gracias a una partida de 35.000 euros del Fondo de Inversiones de Teruel, el Fite, correspondiente a 2016. El paso del tiempo y la aplicación en su día de una capa de barniz ahora oxidada habían amarilleado la superficie. Además, fue necesario sanear las juntas de unión entre los diferentes fragmentos en los que se dividió el mosaico para su arranque del campo de labor en el que fue hallado en la década de los 60 del siglo XX.

Por último, ha sido posible incorporar algunos trozos del mosaico que permanecían almacenados, de manera que ahora se expone, prácticamente, la totalidad de la obra. “Estamos muy satisfechos con el resultado de la restauración”, ha subrayado Jaime Vicente, quien da las gracias a la empresa restauradora, Artyco, “por su gran profesionalidad”.

La restauradora del Museo Provincial, Pilar Punter, explica que el objetivo de este centro cultural respecto al Mosaico Romano de Calanda ha sido siempre “poner de manifiesto toda su luminosidad y cromatismo”, ocultos y empañados por haber permanecido la obra enterrada durante siglos. Esta última intervención ha servido también para eliminar todo aquello fruto de la “invención” de anteriores procesos rehabilitadores.

Una de las peculiaridades del Mosaico de Calanda es su topografía. Las teselas se extienden también por los dos peldaños que separaban dos de las habitaciones, algo poco habitual en obras de este tipo. Esta adaptación responde, según Jaime Vicente, a la existencia de un sistema de calefacción, que funcionaría con aire caliente, que fue encontrado bajo el pavimento. A juicio del director del Museo, esta forma de dar confortabilidad a la casa contribuyó, a la postre, a la degradación del mosaico.

Otra de las particularidades es que una de las estancias, la que haría las veces de comedor o “stibadium” tiene forma semicircular. Si en ella el mosaico presenta una decoración geométrica y floral con múltiples cenefas, en la habitación contigua, la de mayores dimensiones, aparecen seis recuadros con representaciones de animales, algunos de ellos, como la pantera, el león y el leopardo, propios del norte de África. Hay también un caballo, un jabalí y una mula. Todos ellos hablarían, en opinión de Punter, “del carácter cazador del propietario de la villa”. Aún hay una tercera estancia, más pequeña y de forma rectangular, en la que las teselas dibujan trenzados y roleos afrontados.

El diputado delegado del Museo de Teruel en la Diputación Provincial (DPT), Juan Carlos Gracia Suso, expresó su “orgullo” por el resultado final de la restauración, que ha devuelto al mosaico, un vestigio de indudable valor histórico y cultural, su cromatismo. “Tuvimos suerte al encontrar este pavimento de teselas; a veces, no se detectan y se pierden huellas del pasado muy importantes”, dijo.

El Diario de Teruel el día 10 de marzo del 2019, publicó un artículo que hacía referencia a la visita del director del Museo Provincial de Teruel, Jaime Vicente, a nuestra villa de Calanda, donde impartió una conferencia sobre los mosaicos de la villa romana de Albalate, después que fuera inaugurado un panel informativo en el lugar de dicho hallazgo. El Ayuntamiento, junto con nuestro Grupo de Estudios Calandinos, fue el precursor de dicha instalación donde se relata las características de la villa, la historia de su descubrimiento y lo que representaron las villas romanas de la provincia de Teruel.

Centrarse en potenciar las particularidades que te han hecho mundialmente conocido puede hacer que te dejes en el olvido aquello que también te pertenece y que conforma parte de tu patrimonio histórico. Y precisamente de recuperar parte de ese pasado perdido ha empezado a preocuparse Calanda, un pueblo conocido en medio mundo por sus tambores, por su Semana Santa y por la figura universal de Luis Buñuel, pero del que pocos conocen que ha aportado al patrimonio común de todos uno de los mosaicos romanos más completos e interesantes de la provincia, que se guarda y enseña como paño en oro en el Museo Provincial de la capital.

Un mosaico monumental formado por casi dos millones de teselas distribuidas en tres estancias -entre ellas un triclinio- y que en el momento de su descubrimiento (1964) fue un hito para la arqueología española, según puso de manifiesto ayer en Calanda el director del Museo Provincial de Teruel, Jaime Vicente. El director del centro impartió una conferencia sobre los mosaicos de la villa romana de Calanda por la mañana, después de que fuera inaugurado un panel informativo en el lugar del descubrimiento.

Según Vicente, el mosaico calandino es “una de las piezas más espectaculares del Museo “. Sus más de 100 metros cuadrados lo convierten en “una pieza excepcional”, apuntó, puesto que las escenas que refleja “nos acercan a unas formas de vida de un periodo que todavía necesita de investigaciones más amplias”.

El Museo de Teruel, a través de su director, ha presentado una propuesta para intentar hacer en Calanda lo mismo que ya llevó a cabo en 1997 en Urrea de Gaén con la villa romana de la Loma del Regadío, que constituye un importante ejemplo de producción intensiva de aceite de oliva en la época romana en Aragón. Conservada, protegida y después puesta en valor a partir de un proceso de investigación y excavación que se prolongó durante 14 años, el yacimiento de Urrea de Gaén podría ser “similar” al que está escondido bajo tierra en los regadíos de Calanda del Camino de la Vega de Albalate.

Queremos proponer que se prospecte en los alrededores del lugar donde fue encontrado el mosaico”, apuntó Vicente. De las excavaciones realizadas en 1964 se extrajeron tres estancias completas, pero los arqueólogos y el propio ayuntamiento de Calanda cree que podría haber muchísimo más. “Nos gustaría proponer el inicio de un estudio que contemplara primero una prospección geofísica, que continuara con unas catas para comprobar qué es lo que se ha conservado y lo que no, y además en qué grado, en donde se encuentra, etc”, detalló. 

En este sentido, “en función de los resultados obtenidos, se podría decidir si se amplía la zona de investigación o no, pero lo que está claro es que al cabo de unos años Calanda podría tener descubierta una antigua villa romana muy interesante”.

No en vano, las villas romanas asociadas a zonas de regadío -tanto la de Urrea de Gaén como la de Calanda tienen cerca  cauces de agua- se conocen por los mosaicos descubiertos en la parte de vivienda de la casa, si bien suelen ser instalaciones en las que está asociada algún tipo de actividad económica. Ocurre en el caso de la villa de la Loma del regadío, cuya parte residencial estaba lujosamente decorada con mosaicos y pinturas murales al gusto de los grupos sociales más importantes de su época, pero que tiene una parte agrícola con una especialización en la producción agraria de aceite y vino. 

En Urrea, se inició un proyecto de investigación en 1997 que permitió descubrir toda la parte residencial de la villa. Sin embargo, dentro del mismo proyecto también se encontraron las estancias agrícolas, con la localización de cinco grandes pesas de viga “con depósitos para el almacenamiento” que indicarían una actividad de comercio a mercados próximos.

“En Urrea de Gaén se localizó toda la zona industrial, pero de la villa romana de Calanda solamente se conoce la parte residencia y no toda, y sería muy interesante ver esa otra parte de actividad productiva que faltaría por descubrir”, comentó Vicente. No en vano, los arqueólogos saben que “está ahí el sistema de calefacción de la villa, formado por una instalación de aire caliente que estamos seguros de que se conserva”, manifestó Vicente. Además, recordó que la parte residencial de esta casa romana aristocrática de Calanda no sólo estaría conformada por las tres estancias localizadas, sino que “el resto está allí y sólo conocemos las tres habitaciones encontradas en 1964: una de ellas un triclinio con una pared semicircular y dos habitaciones más.

El proyecto “no tiene por qué ejecutarse a corto plazo, sino que ha de llevarse a cabo una intervención a medio y largo plazo”. En el caso de Urrea, las actuaciones que llevaron a recuperar los restos de la villa romana de la Loma del Regadío y a hacerla visitable duraron 14 años y sirvieron para demostrar que la colaboración entre administraciones da resultados. “La dirección de las excavaciones la llevaron arqueólogos del Museo, y hubo aportaciones de la Diputación de Teruel, del Inaem, del Gobierno de Aragón”, enumeró Jaime Vicente. “El punto clave es determinar si se conserva el resto de la villa o no, pero para ello hay que sumar esfuerzos, plantear las cosas a medio y largo plazo y ver, poco a poco, si la intervención merece la pena”.

Tanto la villa romana de Calanda como la de Urrea demuestran que la época tardía romana “está muy bien representada en todo nuestro territorio”, apostilló Vicente.

Interés en recuperar parte de esa historia antigua también lo tiene el Ayuntamiento. El alcalde calandino, José Ramón Ibáñez, reconoció que “algunos miembros de la Corporación ya han planteado la posibilidad de realizar una réplica del mosaico que se encuentra en el Museo de Teruel”. El regidor consideró que los casi dos millones de teselas de las tres estancias de la villa “son piezas de un enorme valor desde el punto de vista histórico que necesitan un mantenimiento y su exposición en el lugar apropiado donde se puedan conservar, pero está claro que a Calanda le gustaría tener algo relacionado con esta villa para que la gente de Calanda lo pudiera ver, tocar y sentir como propio”.

Para poner en valor ese patrimonio propio, ayer por la mañana, antes de la conferencia impartida por Jaime Vicente, el Ayuntamiento de  Calanda homenajeó a los antiguos moradores de aquella villa antigua del siglo III-IV. En el lugar donde se localizó el monumental mosaico, el Ayuntamiento inauguró un panel informativo en el que se relatan las características de la villa, la historia de su descubrimiento, así como lo que representan las villas romanas de la provincia de Teruel.

Calanda dispone de un recurso histórico, que no se ha puesto en valor. No ha habido voluntad para apostar por su estudio y recuperación. Partiendo de la consideración e importancia del mosaico, máximo exponente de la época romana en nuestra provincia, era obligado explorar la zona del hallazgo. Perdiendo la oportunidad de ser reconocida como la principal muestra de los latifundios y villas romanas entre los siglos III-IV.

Las propuestas del Director del Museo Provincial de Teruel, en el 2019 no llegaron a prosperar, desconozco la situación de la iniciativa, si el impedimento de su realización es debido a medidas políticas, financieras o sociales. La realidad es que su estudio y recuperación está todavía pendiente de llevarse a cabo.

La versión completa del artículo puede leerse en el número 13 de la publicación Qalanna

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