IBÉRIA EN LA EDAD DE LOS METALES
Autoría : Asunción Blesa Castán
Siendo conscientes que no existía una homogeneidad ni una identidad que unifique a los pobladores de la península en el Neolítico, nos referiremos en este trabajo a las mujeres y los hombres que formaban parte de los grupos y pueblos que habitaban la península ibérica varios milenios antes de nuestra era.
Es importante tener en cuenta el carácter peninsular de nuestra tierra y la influencia del mar en los intercambios culturales con otros pueblos, sean del Mediterráneo o del Atlántico. La frontera natural que forman los Pirineos ha originado un aislamiento respecto al resto de Europa causando en ocasiones una diferente evolución de la península ibérica. Su situación geográfica ha sido también puente de unión entre Europa y África, formando la conexión entre los factores histórico-culturales de ambos continentes.
Recordaremos el relato del primer capítulo de este trabajo, la prehistoria, donde la mujer y el hombre podían haber vivido en igualdad de condiciones. Cada vez son más los estudiosos que defienden un culto ancestral a un ser femenino primigenio, a la función primordial de la mujer: la fertilidad y fecundidad.
En el Neolítico los grupos que habitaban la península ibérica empezaban la transición de nómadas a sedentarios. Según el modelo tradicional la mujer sería, desde los tiempos neolíticos, la encargada de arar la tierra, sembrar y recoger la cosecha. A la vez que sería la encargada de proveer de agua, mantener vivo el hogar para poder cocinar y, por supuesto, cuidar de los hijos. Modelo que aún en la actualidad sigue siendo válido.
La mujer del Neolítico es también la encargada de la fabricación de la vestimenta familiar, de los cestos y de la producción alfarera. En esa época, el incremento en la producción de alimentos y las mejores condiciones climatológicas, facilitaron un importante aumento de la población.
El proceso de sedentarización fue largo y complejo, de varios miles de años. Los grupos humanos adaptarán la técnica de piedra pulimentada, aunque seguían siendo cazadores-recolectores. Algunos grupos adoptarán la agricultura y seguirán siendo cazadores-recolectores. Otros adoptaran la ganadería, pero no la agricultura. Algunos son nómadas durante todo el año, otros viven en un asentamiento durante el otoño-invierno y en otro durante primavera-verano. Hay muchas variables, como ocurre siempre con cambios tan importantes, como fue la adaptación al cambio climático y la relación entre grupos.
Podemos considerar que, en el neolítico, gran parte de la población en nuestra península se convierte en sedentaria estableciéndose la agricultura y la ganadería. La ganadería fue la actividad predominante en la mayor parte del territorio, dadas las accidentadas condiciones orográficas del terreno. El inicio de la ganadería se deduce de la comprobación del consumo de vaca, oveja y cerdo.
Está comprobada la agricultura del trigo y la cebada, a partir de las semillas de trigo encontradas y por los útiles específicos para las tareas agrícolas, tales como las azadas, hoces y molinos de mano. Adquirieron un gran desarrollo los instrumentos de madera, asta y hueso. Pero el cambio principal en el utillaje fue la aparición de la cerámica, primordial para la cocción de los alimentos y su conservación.
El hábitat más extendido es la ocupación de cuevas, muchos ejemplos nos lo demuestran: La Cova de l’Or, Los Murciélagos de Albuñol; Can Sadurni, Caldeiräo, Nerja o Dehesilla. No obstante, existen también poblados al aire libre, como La Draga, Mas d´Is o la Lámpara que demuestran los diferentes tipos de ocupaciones.
Las diferencias que encontramos del neolítico en la península son debidas a fases de carácter regional, teniendo en cuenta los estilos cerámicos o las diferentes costumbres funerarias.
La primera fase del Neolítico comienza en el VI milenio aC. Se desarrolló en torno al Mediterráneo, en la costa del levante principalmente, donde se hallan los yacimientos más importantes. El Neolítico inicial está caracterizado por la cerámica cardial, apreciándose la decoración impresa mediante conchas de berberecho. Se han encontrado yacimientos en Cataluña, Levante y Andalucía. En ellos hay muestras de prácticas agrícolas, pero con predominio de una economía ganadera. Los asentamientos son en cuevas.
En las sierras de Andalucía Occidental: Cueva de Chica de Santiago, en Sevilla; Cueva de la Dehesilla, en Cádiz; podría existir un estrato neolítico prematuro, pero las dataciones no han sido calibradas todavía, que se remontaría al inicio del VI milenio aC, es decir, un umbral casi un milenio anterior a los primeros vestigios cardiales de la costa mediterránea.
En esta fase se encuentran otros hallazgos de cerámicas decoradas, como la de Boquique o las incisas. En algunos casos, las cerámicas están adornadas con representaciones humanas (l’Or), cuyas características se han puesto en relación en Levante con la pintura macroesquemática.
Se desarrolló una segunda fase del Neolítico entre el IV y el III milenio aC. caracterizada por la expansión de la economía productora, que se extiende por el resto de la península: de este periodo son los asentamientos de las dos zonas, la del valle del Ebro y la del País Vasco. Los yacimientos ya no se encuentran en zonas montañosas, sino en tierras fértiles y en llanos donde se construyen los poblados. Proliferan las sepulturas organizadas en necrópolis.
En Cataluña y el sur de Francia se desarrolló la cultura de los sepulcros de fosas, caracterizada por ser tumbas individuales con ajuar cubiertas por losas. También poseían una técnica cerámica muy avanzada. Eran grupos predominantemente agrícolas, y se considera que los restos funerarios podrían demostrar que era una sociedad dividida en grupos sociales.
Por otro lado, también se encuentran tumbas donde hay dos individuos, un hombre y una mujer. Están colocados en la tumba con los brazos y las piernas flexionadas, pero no se cree que esto quisiera decir que era una posición fetal buscada expresamente. Las tumbas y las ofrendas que encontramos son todas muy similares, lo que parece que indica la inexistencia de clases sociales. Las ofrendas consisten en cerámicas lisas sin decoraciones, puntas de flecha de sílex, cuchillos, punzones de hueso y alguna otra herramienta de piedra, así como collares hechos con una piedra verde llamada callaita, quizá portada de lejos ya que no se encuentra en las cercanías.
Uno de los fenómenos culturales más interesantes de la época, sobre el 3700 aC., es el de los monumentos megalíticos y los enterramientos colectivos, que aparecen al sur de la península, lo que hoy sería la provincia de Almería y también en la fachada atlántica hasta el norte de la península.
Interior de la Cueva de Menga, Antequera Málaga Dolmen evolucionado a tumba de corredor-cámara funeraria precedida de un amplio corredor formado por grandes piedras. Megálitico
Son de características muy diversas, desde la pequeña cista (hueco en el suelo donde se colocaba el difunto) hasta la gran tumba de corredor, construidas con enormes piedras y techadas posteriormente con una o varias losas planas, aunque a veces se utilizaban elementos más pequeños. Se encuentran por todo el territorio peninsular y su utilización se prolongó hasta ya entrada la Edad del Bronce.
CALCOLÍTICO, ENEOLÍTICO O EDAD DEL COBRE APROXIMADAMENTE ENTRE EL III Y II MILENIO A.C.
El calcolítico en la península ibérica es la fase de la Prehistoria que también se denomina Edad del Cobre o Eneolítico. Es el periodo de transición entre el Neolítico y la edad del Bronce y se extiende aproximadamente entre el III y el II milenio aC.
Durante ese período las tierras peninsulares no fueron culturalmente uniformes; se distinguen tres grandes áreas geográficas con características propias: las del sudeste, del sudoeste y las del interior.
Hoy en día parece claro que los múltiples cambios que se produjeron en este período fueron el resultado de procesos autóctonos, generados a partir del sustrato poblacional neolítico indígena.
El Calcolítico siempre se ha identificado con el uso de los primeros metales, aunque hay asociados muchos otros procesos de cambio que son tan importantes como la metalurgia:
-Aumento demográfico y proto-urbanización de los poblados, que son más amplios y con mejores infraestructuras.
-Crecimiento de la producción de alimentos debido a la intensificación agrícola y a la explotación de los productos derivados de la ganadería.
-Cambios sociales que condujeron a la creación de jerarquías embrionarias que desembocaron en una sociedad de jefaturas.
-El metal debió ser un elemento más entre las numerosas innovaciones que se produjeron durante el III milenio aC. en la Península.
Estas transformaciones se detectan inicialmente en los grupos del mediodía peninsular, pero es difícil establecer un orden de prioridad sobre dónde aparecieron por primera vez. Posteriormente, estas comunidades incorporaron el vaso campaniforme, que, tradicionalmente, ha sido utilizado para marcar un antes y un después en las periodizaciones.
El vaso campaniforme de Ciempozuelos es un recipiente de cerámica realizado a mano. Presenta una decoración exterior bruñida con incisiones en todo el contorno con motivos geométricos, debiendo su color negro a la técnica de cocción reductora.
A través de las dataciones efectuadas mediante Carbono 14, se estableció la antigüedad de los asentamientos occidentales, Vila Nova y Los Millares entre 3100-2200 aC. donde se considera que no hay objetos de procedencia oriental que revelen una interacción entre ambos extremos del Mediterráneo.
Los primeros materiales de Oriente constatados en la península ibérica son las cerámicas micénicas encontradas en Llanote de los Moros, en Montoro, Córdoba, cuya datación, los sitúa hacia el 1300 o el 1500 a. C.
Por otro lado, los ídolos oculados, la cerámica acanalada o pintada y las coladas de cobre del sudeste peninsular tienen características propias, diferentes de los supuestos modelos orientales. Sí que han sido hallados objetos de procedencia norteafricana que evidencian la existencia de redes comerciales que se extendían al noroeste de África.
ÁREA GEOGRÁFICA DEL SURESTE
A partir del año 3500 hasta el 2250 aC. según unos, o entre el 3100 y el 2200 aC. según otros, en el sudeste peninsular se desarrolló una gran complejidad cultural. La mayoría de los yacimientos relacionados con este grupo se distribuyen por la provincia de Almería y el sector oriental de Granada, llegando hasta Murcia Cabezo del Plomo en Mazarrón y el sur de la provincia de Alicante Les Moreres en Crevillente.
Como ejemplos se pueden mencionar: los Millares, en el valle del Andarax; Almizaraque, en el bajo Almanzora; Terrera Ventura, en el área de Tabernas; el Tarajal, en el campo de Níjar; el Malagón, en el altiplano de Chirivel
En la actualidad esta zona resulta ser la más árida de Europa, ¿la población de aquella época pudo causar la desertización? ya que recientes estudios faunísticos y palinológicos indican que el medio ambiente del III milenio a. C. era más fértil que el actual.
LOS MILLARES CRONOLOGÍA APROXIMADA ENTRE EL 3500 AL 2200 A.C.
El exponente principal de esta complejidad cultural fue el poblado de Los Millares, que dio nombre a este desarrollo. Localizado en la localidad de Santa Fe de Mondújar en Almería. Investigadores y científicos demostraron en el año 2020 que Los Millares fue la primera ciudad establecida de toda la península ibérica hace más de 5000 años. Además, está considerado por científicos e historiadores como uno de los más importantes asentamientos de esta cultura en Europa y en el mundo
LA POBLACIÓN
Se reconoce en esta etapa un modelo generalizado de mayor urbanización, frente a los asentamientos de población muy dispersos y con una débil densidad demográfica en la etapa anterior.
No fueron grandes focos de población, ya que su extensión normal rondaba la hectárea (excepto en los Millares, con una extensión de 4 a 5 ha de caserío). Es muy importante destacar el carácter permanente de estos poblados demostrado por la existencia de murallas, las estructuras habitacionales con zócalo de piedra y el binomio necrópolis-poblado.
Sus viviendas son de planta circular con zócalo de piedra, carecen de compartimentación interior, tienen hasta 6 metros de diámetro y presentan una dispersión aleatoria. Chapman, tomando como referencia la extensión de Los Millares y el número mínimo de defensores necesarios para rentabilizar sus imponentes fortificaciones, propone la cifra de unos 1000-1500 habitantes, lo que para él justifica la adjudicación a este centro del calificativo de “protourbano”. Estos rasgos generales son apreciables en otros yacimientos como el Cerro de la Virgen de Orce, El Malagón, Campos y Almizaraque.
EL EMPLAZAMIENTO DE LOS MILLARES Y LAS FORTIFICACIONES
Los Millares se encuentra emplazado en un espigón fluvial formado por la confluencia de la rambla de Huéchar y del río Andarax. Tiene pues, un emplazamiento defensivo; el acceso solo era fácil por el oeste.
Las primeras excavaciones fueron llevadas a cabo en el siglo XIX por Luis Siret y en el siglo XX por Almagro, Arribas y Molina. Como resultado de todas estas intervenciones se han documentado una acrópolis y tres líneas sucesivas de murallas. La exterior, que une los cortados del Andarax y la rambla del Huéchar, alcanza una longitud de 310 metros y se construyó en una fase tardía, ya que deja en su interior alguna sepultura. Este muro describe en planta un círculo, intercalándose 18 bastiones y en el centro se abre la puerta principal, protegida por una barbacana piriforme. La anchura máxima del muro es de 3 metros. Los restantes lienzos de muralla se encuentran a 50 y 30 metros del primero. Engloban su trazado torres circulares huecas, en vez de bastiones, y sus cronologías parecen anteriores a la primera.
El sistema defensivo se completa con unos fortines que, en número próximo a la decena, se distribuyen por las cumbres de las colinas que cierran por el sur y por el oeste el llano de los Millares. Gracias a la excavación del número 1 sabemos que este constaba de una torre central rectangular protegida por varios anillos de muralla con bastiones.
A partir de las observaciones estratigráficas se cree que el asentamiento inició su trayectoria sin fortificación alguna, más tarde se construyeron los dos lienzos defensivos más próximos a la acrópolis, luego se levantaron la tercera muralla y los fortines y, por último, la vida se retrotrajo de nuevo a la ciudadela.
LAS NECRÓPOLIS
Se sitúan en las inmediaciones de los poblados y están formadas por enterramientos megalíticos colectivos, tipo tholos en las comarcas bajas y cercanas a la costa, así como también cuevas e hipogeos hacia el interior. Suelen tener amplias cámaras circulares de hasta 6 metros de diámetro, pasillos de acceso y cubiertas cupulares. A veces, las cámaras se complementan con camaretas laterales secundarias. Los pasillos suelen aparecer segmentados a base de losas perforadas. Las cubiertas adoptan la forma de falsa cúpula, por aproximación de hiladas, afianzándose su construcción mediante el uso de un pie central.
En los Millares se han descubierto unas 90 tumbas, casi todas de cúpula excepto media docena que presentan cubierta monolítica plana.
Los osarios se sitúan en la cámara, en el corredor o incluso en las camaretas. En determinados monumentos pueden llegar a corresponder a un centenar de individuos, aunque en otros no alcancen la decena, situándose la media en torno a 20. Las ofrendas están diseminadas, sin que resulte posible asociarlas a enterramientos concretos. Entre ellas hay cerámica lisa y decorada, herramientas líticas talladas y pulimentadas, piezas de adorno algunas veces sobre materiales exóticos, herramientas y armas de cobre, ídolos de piedra y hueso, etc. Este tipo de enterramientos nos pone de relieve una estructura de comunidad en grupos de parentesco, en que cada linaje o grupo de filiación contaba con un panteón que sería también signo externo de su respectivo grupo familiar.
LA ECONOMÍA
Su economía se basaba en una agricultura de secano, complementada con cultivos de regadío. Poseían una cabaña ganadera importante con la que comerciaban por el Atlántico y África. La metalurgia del cobre que usaban, se ha considerado de origen autóctono.
Agricultura, ganadería y caza Se cultivaban cereales como el trigo y la cebada (algunas veces se han encontrado en pequeños graneros en el interior de las casas). También se han documentado algunas leguminosas, como el haba en Almizaraque y la lenteja en Campos, lo cual hace pensar en la existencia de una rotación de cultivos. Podría también haberse iniciado el cultivo del olivo y de la vid, como ocurría en esta misma fecha en la zona del Egeo, pero no hay seguridad de que las muestras encontradas pertenezcan a plantas domésticas
Los restos de fauna prueban un cambio en la cabaña ganadera respecto a la del Neolítico, disminuyendo la frecuencia de ovicápridos en beneficio de grandes bóvidos y équidos, que se sacrificaban en edades avanzadas, lo que ha dado pie a suponer que se dedicaban a la carga y, tal vez, a la tracción. Existen también indicios de aprovechamiento de la leche, utilizada para la fabricación de queso, como permiten entrever las numerosas queseras y coladores recuperados en las excavaciones. Otra aportación de carne era la caza: en el Cerro de la Virgen de Orce, la proporción de huesos de animales salvajes era del 21 % y entre estos se encontraban ciervos, jabalíes, uros, conejos y diferentes aves.
ÚTILES
La gran mayoría de los artefactos y adornos hallados en los yacimientos fueron elaborados localmente. Las cerámicas son muy toscas, aunque a veces, presentan engobes rojos o negros. Normalmente es lisa, salvo en el caso de los llamados vasos simbólicos, decorados con motivos oculados o soliformes. También existen algunas vasijas pintadas.
Conjunto de 5 reproducciones de puntas de flecha de silex del periodo calcolítico. Silex tallado a mano de forma artesanal. Las medidas oscilan entre los 40 y 55 mm. de longitud, de 10 a 20 mm. de anchura máxima y de 4 a 6 cm de espesor. Se pretende, siempre que sea posible, que cada conjunto esté formado por cinco tipologías diferentes: Punta de Flecha de pedúnculo y aletas, Punta de Flecha de pedúnculo simple (sin aletas), Punta de Flecha de base cóncava (solo aletas), Punta de Flecha losángica o amigdaloide y Punta de Flecha foliácea o de hoja de laurel. Cada conjunto aparece con un colorido más o menos uniforme.
Entre los útiles líticos destacan largas láminas de sílex con anverso facetado y, sobre todo, puntas de flecha losángicas, cruciformes con pedúnculo y de profundísima base cóncava. Hay también puñales y alabardas, pero son excepcionales. El pulimento de piedra se reservaba para hachas, azuelas y algunos ídolos (antropomorfos, placa, betilos). Se puede deducir la existencia de unas redes de distribución de materia prima lítica.
En hueso y asta abundan punzones, agujas y espátulas, siendo raros los adornos como alfileres y botones y los ídolos, de los que se atestigua, no obstante, un buen lote de tipo oculado en Almizaraque.
La producción de estos bienes era de carácter doméstico: hay constancia de actividades artesanales, como la talla del sílex, en el interior de las viviendas de Almizaraque y los Millares. Sin embargo, ciertos datos sugieren la aparición de especialistas, ya que algunas cerámicas de estos dos poblados, alejados entre sí 80 km, parecen proceder de un mismo taller, según los análisis de pasta.
METALURGIA
La metalurgia pudo ser, en algún caso, exclusiva de unos pocos especialistas y estar relativamente centralizada. Pero la producción de objetos de metal no fue grande, limitándose a fabricar herramientas como hachas planas, cinceles, leznas y sierras, así como algunas armas: puñales triangulares y navajas curvas. En el caso de El Malagón, los filones de cobre cercanos parecen explicar su emplazamiento. Cabría pensar entonces en la posibilidad de la existencia de poblados mineros especializados en obtener la materia prima, como El Malagón y El Hártela, pero en estos solo hay mínimas trincheras, al contrario de lo que sucede en los Balcanes, donde se atestiguan enormes minas.
En casi todos los asentamientos hay indicios de actividades metalúrgicas. En Almizaraque se detectan en bastantes cabañas, lo que nos indica el ámbito familiar de tal práctica, pero en Los Millares ha llegado a individualizarse un amplio taller rectangular en el que puede seguirse con detalle todo el proceso de trabajo metalúrgico. Tal vez esto sea indicio de la existencia de especialistas autónomos dedicados a estos menesteres.
LA SOCIEDAD
A partir del cementerio de los Millares puede afirmarse que la sociedad calcolítica del sureste estaba en proceso de jerarquización. En principio, una necrópolis megalítica se correspondería con una sociedad segmentaria en la que cada tumba es patrimonio de un grupo familiar de entre los varios que, en régimen de igualdad, se aglutinan en una unidad superior. Pero Robert Chapman, ha advertido que en Los Millares:
1. No todas las tumbas cuentan con la misma riqueza de ajuares, concentrándose en unas pocas los suntuarios: cerámicas simbólicas, elementos importados (ámbar, marfil, cáscara de huevo de avestruz), piezas metálicas, objetos campaniformes, etc.
2. En el interior de los sepulcros hay zonas en que se concentran las ofrendas más destacadas, tal vez para individualizar a ciertos individuos de los demás.
3. Algunos monumentos denotan mayor complejidad arquitectónica, lo que supone una mayor inversión de trabajo.
4. Las tumbas más ricas y complejas están más cerca de la muralla. Todo ello se podría interpretar como testimonio de la aparición de unas élites en el contexto de una sociedad incipientemente jerarquizada, de la que faltarían otros tipos de evidencias arqueológicas, como serían edificios singulares o viviendas realmente distinguidas por concentraciones excepcionales de riqueza.
CULTURA ARGARICA CRONOLOGÍA APROXIMADA DEL 2300 AL 1400 A.C.
La cultura argárica se identifica en poblados del sudeste de la península ibérica en el Bronce Antiguo, entre el 2200 y 1550 aC. Formó una de las sociedades de mayor relevancia en la Europa del III y II milenios aC. y creó la primera sociedad urbana y estatal del Mediterráneo occidental.
Es una de las culturas antiguas mejor estudiadas gracias al excelente estado de conservación de sus restos arqueológicos. Está considerada como indicativo de los procesos de jerarquización sociales que se extendieron por Andalucía oriental y el Levante español.
Debe su nombre al yacimiento arqueológico de El Argar, en el municipio de Antas, Almería. Este se encuentra sobre una meseta con abruptas pendientes en su lado occidental a 35 m. sobre el río Antas y laderas más suaves en el resto. Forma parte de la zona arqueológica de El Argar y La Gerundia, constituyendo un poblado prehistórico de la Edad del Bronce del sudeste ibérico que da nombre a la cultura argárica. Ahora se sabe que hay una clara continuidad con la época previa de Los Millares, Edad del Cobre.
El Argar es considerado un asentamiento de nueva fundación, sin antecedentes calcolíticos. Con una superficie de 16 000 m² y una población estimada de unos 500 habitantes, es uno de los poblados conocidos más grandes pertenecientes al grupo epónimo.
Estaba estratégicamente situado sobre un cabezo amesetado y protegido también por una muralla, en cuyo interior se han excavado viviendas rectangulares de 8-10 m por 2,5 m, así como otras de planta irregular o circular.
Las paredes se construían con madera y barro, levantados sobre un zócalo de piedra. El techo era de cañas o ramas y barro. Tiene un urbanismo complejo que se caracteriza por la creación artificial de terrazas, con una acrópolis situada en lo más alto del yacimiento.
Esta cultura arqueológica fue descubierta y definida a finales del siglo XIX. Se caracteriza por la existencia de poblados situados en áreas de difícil acceso o fortificados, casas de planta cuadrada construidas con piedra y adobe, enterramientos en cistas, tinajas o covachas bajo el suelo de las propias viviendas, una clara uniformidad material, la abundancia de armamento militar y una progresiva estratificación social. Se extiende por el sudeste peninsular, ocupando las provincias de Almería y Murcia, así como parte de Granada, Jaén y Alicante.
Su pervivencia fue de unos 800-900 años, entre mediados del III y mediados del II milenio aC., distinguiéndose al menos dos fases, durante las cuales se produjo una continua jerarquización social interna y una expansión externa sobre las regiones colindantes. Hacia 1500 aC. la sociedad argárica desapareció bruscamente.
La cultura argárica comenzó a ser objeto de estudio por parte de arqueólogos y otros investigadores a raíz de las excavaciones de los hermanos belgas Enrique y Luis Siret, ingenieros de minas en la Sierra Almagrera. En el asentamiento de El Argar estudiaron más de un millar de enterramientos durante la última década del siglo XIX. Además del poblado epónimo los Siret descubrieron otros como El Oficio, Fuente Álamo, Gatas o Ifre, todos ellos situados en Almería y Murcia. En sus excavaciones encontraron abundantes inhumaciones efectuadas en las mismas casas argáricas cuyos ajuares depararon espadas, alabardas, puñales y adornos metálicos, así como artefactos de piedra pulida y de hueso, cerámicas, prendas textiles y plantas domesticadas.
Posteriormente han sido descubiertos y excavados muchos más asentamientos con características similares. Están situados en lugares elevados y bien protegidos, por lo que inicialmente se pensó que los núcleos argáricos eran todos así, pero han comenzado a aparecer más poblados, de menor tamaño, ubicados en el llano.
Las diferencias cualitativas y cuantitativas presentes en los ajuares funerarios han llevado a la mayoría de los autores a considerar que la sociedad argárica estaría formada por varios estratos jerarquizados. Según unos se trataría de una sociedad dominada por jefes, caudillos o príncipes y según otros sería ya un estado o, al menos, un proto-estado.
ORÍGENES Y EXTENSIÓN
En la actualidad se ha verificado que la cultura material argárica se corresponde con una evolución de la que había en el sustrato previo, por lo que se descarta la colonización del ámbito greco-micénico, que durante mucho tiempo se creyó que había producido.
Más allá de la determinación del origen específico del grupo argárico, en la actualidad existe un cierto consenso al delimitar la zona de influencia argárica en el sureste peninsular: la región nuclear estaría formada por las provincias de Almería y Murcia, desde donde se iría expandiendo a las comarcas limítrofes, abarcando en sus momentos finales y de plenitud el territorio que ocupan actualmente dichas provincias, el centro y el este de Granada, así como algunas zonas de Jaén, Alicante y Ciudad Real. Tal expansión sería consecuencia directa del militarismo argárico, dirigiéndose hacia zonas estratégicas que permitieran el control sobre las vías de comunicación o de sus recursos agropecuarios o mineros.
CRONOLOGÍA
También su cronología está sujeta a controversia, pero se suele aceptar el intervalo calibrado entre 2300 y 1500 aC. o 2250 y 1600 aC., aunque otros autores rebajen su antigüedad 2000 al 1100 aC.
La mayoría de los asentamientos argáricos eran de nueva fundación y presentaban características singulares en comparación con los de la época previa, lo que ha sido interpretado como una gran transformación social, sincrónica con otras que se produjeron en Europa y el Mediterráneo oriental.
Basándose en las ofrendas funerarias se han distinguido dos periodos:
- Aproximadamente desde 2300 al 1800 aC. se considera que la sociedad argárica habría estado dominada por una élite masculina que se enterraba en covachas o cistas con alabardas y puñales. En los enterramientos de mujeres aparecen puñales y punzones.
- Desde 1800 al 1500 aC. en las tumbas de la élite dominante aparecen espadas largas para los hombres y diademas para las mujeres; luego se detecta otro estrato asociado a los binomios hacha/puñal masculino y puñal/punzón femenino; por debajo de estos se encontrarían otros niveles sociales con ajuares inferiores. Una peculiaridad de este momento es que se generalizaron las tumbas infantiles con ajuares significativos.
Desde el 1650 aC. el mundo argárico comenzó a entrar en decadencia para colapsar hacia el 1500 aC. Es posible que la intensificación agropecuaria y manufacturera hubieran provocado la deforestación y degradación medioambiental a gran escala del sudeste peninsular, ya de por sí relativamente árido. Parece ser que cuando el excedente productivo dejó de ser suficiente para mantener la producción secundaria y el clientelismo asociado a los sectores dominantes, el equilibrio del sistema sociopolítico argárico se hundió.
La reconstrucción del medio ambiente argárico ha sido objeto de disputas y hay diferentes opiniones. Basándose en la interpretación ecológica de los restos de fauna encontrados en diversos yacimientos: Cerro de la Encina, Cuesta del Negro o Cabezo Redondo entre otros V. Lull considera que el paleoambiente del sureste peninsular durante la Edad del Bronce era muy distinto del actual, con un mayor caudal hídrico, amplias extensiones forestales y abundancia de fauna.
YACIMIENTOS
La mayoría de los poblados argáricos conocidos se encuentran situados en alto y bien defendidos, aunque se conocen algunos asentamientos de menor entidad situados en llano. Los primeros estaban constituidos por edificios de planta rectangular o trapezoidal construidos mediante piedra, tapial o adobe en las laderas aterrazadas artificialmente de los cerros.
Hay construcciones de carácter doméstico, con hogares, utillaje y recipientes de almacenamiento, y otras, mayores, dedicadas a talleres, actividades productivas y almacenes centralizados. Ciertos poblados presentan estructuras defensivas como murallas y torres, pero la mayoría no las necesitaban debido a su estratégico emplazamiento en altura.
El urbanismo consiste en casas compuestas por varios recintos de muros rectos y de forma irregular que se agrupan en núcleos compactos. Distribuidos en relación con espacios libres y tortuosos que podemos interpretar como calles. Se adaptan a la configuración del terreno mediante la construcción de terrazas escalonadas contenidas por grandes muros longitudinales. El espacio habitable aparece delimitado por paredes medianeras perpendiculares al muro. En la cima se halla el núcleo del asentamiento que hace las veces de fortificación. Así, los antiguos poblados de casas circulares calcolíticos fueron sustituidos por otros de traza más regular, con calles bien definidas y viviendas rectangulares.
En general, presentan una serie de servicios comunitarios que incluyen canalizaciones de desagüe, cisternas el para suministro de agua, rampas y escaleras entre unos niveles y otros del poblado, graneros de almacenamiento, corrales para el ganado y hornos cerámicos.
La situación de los asentamientos suele estar cerca de fuentes de agua potable y, algunos, de los yacimientos de cobre y plata. Los “grandes” poblados se encuentran emplazados a la salida de un valle, en una meseta o en una pendiente bien resguardada, mientras que los de menor tamaño están en pequeñas cimas aisladas denominadas cabezos. A un poblado de carácter central suelen corresponderle otros más pequeños a modo de puestos avanzados que, por regla general, tenían un camino directo y una situación de visibilidad que los ponía en contacto con el poblado principal.
La organización territorial responde a unas pautas geoestratégicas definidas por el dominio de: lugares en alto fácilmente defendibles, las zonas más adecuadas para la producción agropecuaria, los yacimientos mineros y las rutas naturales de comunicación.
ENTERRAMIENTOS
Si algo caracteriza al grupo argárico son los enterramientos, que se realizaban casi siempre en el interior de los espacios habitacionales. Las inhumaciones se realizaban en el interior de fosas, covachas, cistas o grandes tinajas cerámicas denominadas pithoi, predominando en el litoral estas últimas y en el interior las fosas. Las ofrendas funerarias presentan grandes diferencias entre ellas y su análisis ha permitido plantear la hipótesis de jerarquización social.
Estos enterramientos suelen ser individuales, pero, en ocasiones, incluyen a dos o incluso tres personas de una misma familia en una cista. Ocasionalmente se han hallado cenotafios, monumento funerario que no contiene el cadáver del personaje a quien se dedica, conteniendo objetos personales, lo que parece indicar que por alguna razón no pudo ser recuperado el cuerpo del difunto para su inhumación.
Esto podría dar pie a un estudio muy interesante de las valoraciones sociales de aquella época, para aquellos individuos que no se han podido inhumar, sin entrar en valoraciones del por qué y del cómo de su ausencia o las consecuencias que ello conlleva, pero que son representados en el grupo a través de un enterramiento simulado como recordatorio o como homenaje a su desaparición y pérdida.
Los espacios funerarios se sellaban con una gran piedra, cubierta a su vez por arena para dar uniformidad al suelo de la vivienda y señalada por otra piedra de reducido tamaño que se colocaba sobre la tumba. También podían estar cubiertos por lajas de piedra que formaban bancos de trabajo domésticos. Todos estos aspectos llevan a pensar que las comunidades argáricas poseían creencias ultraterrenas, pero, a la vez, representan un claro indicio del cambio en las ideas y en la estructura social respecto al Calcolítico.
ECONOMÍA
La economía de subsistencia argárica estaba basada en la agricultura y la ganadería, con una escasa representación de productos obtenidos de la caza, recolección o el marisqueo.
La cebada predominaba claramente frente al trigo, las leguminosas o el lino, que se cultivarían en los suelos más fértiles. En el litoral se alternaban los cereales y las leguminosas en régimen de secano, mientras que en el interior la agricultura seguiría rotaciones de barbecho y estarían complementadas por una importante cabaña ganadera. Las principales especies de animales domesticados eran: cabras, cerdos, bueyes y caballos.
El almacenamiento y la molienda de los cereales se efectuaba de manera centralizada en los poblados grandes, en los que se han hallado molinos de mano y contenedores de almacenamiento para cubrir unas necesidades muy superiores a las de la población que los habitaba. Hasta el 50 % de los molinos se almacenaba de manera centralizada: en Fuente Álamo se encontraron veintidós molinos en un mismo espacio y en Ifre diez.
La cerámica se fabricaba manualmente, era de buena calidad y con tipologías estandarizadas, entre las que destacan las copas, vasos, cuencos y ollas. Las herramientas se elaboraban en piedra tallada o pulimentada, en hueso o de aleaciones metálicas como el cobre arsenical o el bronce.
Las industrias minera y metalúrgica tuvieron gran importancia, como lo atestiguan los abundantes hallazgos de artefactos y residuos relacionados con la producción. Casi toda la zona argárica es rica en filones metalíferos y estos serían explotados por núcleos especializados en tales actividades.
A pesar de esto, la manufactura textil fue la principal industria y utilizaba, por lo que sabemos hasta el momento, exclusivamente el lino, ya que no se conocen tejidos derivados de productos animales.
Es muy probable que existiera un artesanado especializado ya que se han excavado talleres y se producían artículos altamente normalizados. También los poblados estaban diferenciados según sus actividades principales fueran mineras, agropecuarias o agropecuarias y metalúrgicas. Se considera que habría una continua circulación de materias primas y manufacturas entre estos y hacia los centros de poder. Todo ello precisaría la existencia de un sistema de comunicaciones desarrollado e instituciones que controlaran todo el proceso.
A nivel general, el conjunto de la economía argárica experimentó un aumento de la productividad y de la producción, así como una concentración de esta última en talleres multifuncionales donde se fabricaban herramientas y tejidos y se procesaban los cereales. Las manufacturas metálicas y, sobre todo las armas, tendrían una indudable vertiente práctica, pero también simbólica, como objetos de prestigio y poder individuales de los guerreros dominantes.
SOCIEDAD
La sociedad argárica estaba estructurada en unidades domésticas de pequeño tamaño. El estudio de los ajuares funerarios ha conducido a la diferenciación de hasta cinco estratos sociales jerarquizados, piramidales y de carácter hereditario:
- Dirigentes masculinos con alabardas y espadas, joyas de oro y plata, así como copas.
- Mujeres y niños pertenecientes a la élite.
- Hombres y mujeres de pleno derecho con hachas, puñales y punzones. Entre estos estarían los guerreros que apoyarían a los líderes.
- Individuos de rango inferior con ofrendas sencillas conteniendo algún elemento metálico o cerámico.Serían personas libres dedicadas a labores productivas como la artesanía o la agricultura.
- Personas desprovistas de ofrendas, que podrían ser siervos o esclavos.
La existencia de siervos domésticos se infiere de la presencia de tumbas ricas y pobres en las mismas estructuras poblacionales en asentamientos como Peñalosa, la Bastida de Totana o Fuente Álamo. La explotación intensiva de su trabajo beneficiaría principalmente a los dirigentes.
Los estratos intermedios tendrían también un carácter subordinado respecto a estos, siendo explotados en menor grado, de manera colectiva e indirecta.
La reducida élite masculina que poseía el monopolio del armamento ofensivo disfrutaba de un acceso preferente a algunos productos de consumo y una esperanza de vida mayor.
La situación de la mujer argárica es controvertida: en algunos enterramientos femeninos aparecen ofrendas del máximo nivel como diademas de oro, pero en ningún caso armas como alabardas o espadas, sino puñales y punzones, más asociados a los procesos económicos. Tal restricción ha sido interpretada como subordinación del género femenino al masculino en cada uno de los correspondientes niveles sociales, valorándose más su papel productivo que el reproductivo.
INTERPRETACIONES
Para González Marcén, Lull y Risch la sociedad argárica era de carácter estatal. Según los dos últimos, el sistema argárico estaba basado en el control de los campos de cereales, cuya producción podía ser transportada a los poblados centrales, donde se acumulaba y era gestionada por el grupo dominante.
Consideran que, mediante la coerción generada por el monopolio de las armas, se restringía el acceso del resto de la población a los productos de consumo básicos.
La centralización en estos asentamientos de las producciones metalúrgica y cerámica permitió a los dirigentes estandarizar las manufacturas en todo el espacio argárico. Dentro de este los intercambios aparecen reducidos a las élites y no debían de existir con los territorios circundantes, ya que no han aparecido elementos materiales ajenos.
Así, los autores consideran que la institucionalización de la explotación económica basada en la fuerza, la delimitación territorial y su expansión a lo largo del tiempo, así como la uniformidad material, son características de sociedades estatales lo que los lleva a considerarla como tal.
La tesis de que el grupo argárico se podría definir como un estado es compartida, además de los anteriores, por O. Arteaga, F. Nocete y F. Contreras, mientras que es rechazada por A. Gilman, R. Chapman y Ramos, que opinan que es una sociedad demasiado rural y básica, con falta de coherencia.
Jorge J. Eiroa cree que la interdependencia detectada en la organización territorial de grupos de asentamientos argáricos sería el resultado de una organización política de carácter complejo que podría formar parte de los procesos que dieron origen al estado.
Según él, las tres premisas básicas necesarias para la definición del estado no están representadas. Dos de ellas: un ámbito geográfico y un pueblo estarían claramente detalladas, pero la tercera, su gobierno no. Así, él mismo califica la sociedad argárica de jefaturaaltamente estratificada, similar a muchos otros grupos culturales de la Edad del Bronce.
RESUMIENDO
La cultura argárica. Se caracteriza por enclaves levantados sobre colinas de difícil acceso, la mayoría con fortificaciones mayores que en la etapa anterior. Viviendas con planta rectangular, en sus suelos o paredes se depositaban sus muertos convirtiéndose simultáneamente en viviendas y necrópolis. La agricultura y la ganadería tenían un papel fundamental en esta sociedad, pero la metalurgia fue también muy importante. La fabricación de armas y objetos suntuarios de cobre, plata, oro y bronce, otorgaba un estatus social a sus poseedores. El control de las materias primas y de la metalurgia les llevo a una estratificación de la sociedad, estableciendo jefaturas que pudieron convertirse en un incipiente estado. Estos grupos, tuvieron contactos con sus vecinos del área del Guadiana y del Guadalquivir.
CULTURA DEL BRONCE MANCHEGO CRONOLOGÍA APROXIMADA DEL 2200 AL 1500 A.C.
Bronce Manchego es la denominación historiográfica genérica de una subdivisión espacial y temporal de la prehistoria en la península ibérica también conocida como Cultura de las Motillas.
Grupos humanos sedentarios, que basaban su sustento en la ganadería y la agricultura, ocuparon el territorio actualmente conocido como La Mancha, gran parte de la provincia de Ciudad Real, prácticamente toda la de Albacete y parte de las de Toledo y Cuenca a partir del Calcolítico.
Con importantes relaciones con el Argar y el Bronce valenciano constituyendo uno de los sustratos indígenas que dio origen a la cultura íbera.
Esta cultura arqueológica se caracterizó principalmente por la construcción de asentamientos fuertemente fortificados que han dado origen a topónimos locales. Se les ha denominado morras en Albacete y motillas en Ciudad Real, construcciones que no se conocen en el resto de la península.
De entre estos, las denominadas motillas, son promontorios que destacan sobre la llanura manchega, en varios niveles escalonados, dando una apariencia de cerro artificial al asentamiento que facilitaba su defensa frente a las invasiones y el control efectivo del territorio circundante, de manera similar a los tell del Oriente Próximo. Eran una especie de fortalezas circulares dispuestas en anillos concéntricos en torno a una gran torre central, con viviendas en su interior y exterior. Actuaban como lugares centrales de un área agrícola y su principal recurso consistía en el control del agua mediante profundos pozos.
Las morras, también circulares y de pequeño tamaño, y los castillejos, mayores, se situaban en mesetas elevadas y, a veces, presentan también fortificaciones y edificios singulares.
Se hace mención a un asentamiento muy singular el de El Acequion, que muestra la versatilidad de estos grupos para adaptarse al medio. Sus redes de relaciones y comunicaciones se mantuvieron casi intactas hasta época romana.
En los dos poblados más significativos,El Acequión y El Quintanar, de los centenares documentados de la Edad del Bronce en la provincia de Albacete, se ha podido datar las ocupaciones de dichos asentamientos. En el Quintanar empezó antes del 2000 aC. y duró hasta el 1500 aC. y en El Acequión se inició antes del 2200 aC. y llegó hasta el 1800 aC.
Estos intervalos son similares a los obtenidos para otros yacimientos de similares características en el resto de La Mancha: Motilla del Azuer en Daimiel y Cerro de la Encantada en Granátula de Calatrava. Así, el Bronce manchego resulta contemporáneode sus vecinos el Bronce levantino en la Comunidad Valenciana y en la provincial de Teruel y el Bronce argárico en Murcia y Andalucía Oriental, y considerándose totalmente coetáneas.
La fijación precisa de los límites de influencia de los grupos del Bronce peninsular es una cuestión aún abierta puesto que en algunas zonas se solapan los vestigios de las culturas coetáneas. Debido a ello no se puede hablar de un límite claro pero se podría decir que al norte del río Segura comenzarían los primeros asentamientos no argáricos y clasificables en el Bronce manchego.
La línea Hellín- Albatana- Montealegre del Castillo- Almansa, que casi coincide con la actual división administrativa entre las provincias de Albacete, Alicante y Murcia constituiría el límite sur. El valle del Vinalopó haría de linde entre el Bronce valenciano y el manchego, por el este, mientras que al norte se extendería hasta el valle del Tajo y la serranía de Cuenca. El límite occidental es mucho más impreciso.
CARACTERÍSTICAS
En un principio se creyó que el Bronce Manchego era el resultado de la expansión hacia el interior de la península de los grupos argáricos, pero sucesivos estudios mostraron que tenía características propias.
Algunos autores habían llegado a considerar las morras y motillas como enormes túmulos funerarios pues dentro de ellos se encontraban restos humanos enterrados intencionadamente. Actualmente se tiende a caracterizar el Bronce Manchego como un horizonte cultural diferenciado, aunque con fuertes relaciones con los Bronces argárico y valenciano.
A pesar de que su estudio está incluido en la Edad del Bronce, uno de los rasgos característicos del Bronce manchego, curiosamente, es la baja presencia, nula o casi testimonial en algunos yacimientos de utillajes de bronce, frente a los fabricados con la aleación de cobre y arsénico o los de cobre sólo.
Su tipología es similar a la argárica. La cerámica es bastante homogénea, habiendo pocas variaciones a lo largo de este periodo. Los modelos son diferentes de los argáricos: vasos globulares o carenados, lisos en su mayor parte, aunque también presentan decoraciones de cordones, mamelones y digitaciones.
El ritual funerario es similar al argárico, enterrándose normalmente de manera individual, en fosas, cistas o pithoi, con ajuares relativamente sencillos. Recientemente se han descubierto enterramientos en Castillejo del Bonete, un conjunto monumental integrado por varios túmulos funerarios orientados astronómicamente. La presencia de objetos de marfil indica la existencia de un comercio a larga distancia.
Recientemente se han descubierto enterramientos en Castillejo del Bonete, un conjunto monumental integrado por varios túmulos funerarios orientados astronómicamente. La presencia de objetos de marfil indica la existencia de un comercio a larga distancia
LUGARES DE HABITACIÓN
Los asentamientos de esta cultura son muy numerosos y aunque dispersos y extendidos por un amplio territorio, mantenían relaciones entre sí creando agrupaciones de asentamientos. Tenían equidistancias de 4 a 5 kilómetros entre unos y otros, según las zonas, pero siempre manteniendo el contacto visual.
Se distribuyen por las vegas de los ríos, zonas llanas y fácilmente inundables y por las zonas palustres deprimidas, donde hasta época reciente era muy frecuentes la existencia de los típicos humedales y lagunas manchegas.
En casos como el de El Acequión ,Albacete, el poblado es prácticamente una isla artificial crannóg. Las mayores concentraciones de asentamientos estudiados están en el término municipal de Daimiel Motillas del Azuer, las Cañas, Zuacorta, Casa del Cura, de la Vega Media, de la Albuera, Daimiel y de la Máquin.
En las lagunas de Ruidera se han estudiado hasta 23 asentamientos de distinta tipología y a una distancia visual, en algunos casos, de solo 1 kilómetro. Son muy numerosos los que quedan por investigar y, se supone, por descubrir en la cuenca media y alta del Guadiana y sus afluentes Munera, El Bonillo, Lezuza, Villarrobledo, Argamasilla de Alba, Tomelloso. Sólo en la provincia de Albacete se conoce el emplazamiento seguro de unos 300 asentamientos.
Algunos autores han llegado a distinguir hasta cinco tipos (facies) de asentamientos diferentes:
Facies cuevas: No son los más usuales por la propia falta de cuevas grandes en amplias zonas de La Mancha. Sin embargo, en algunos lugares donde sí existen se ha constatado la presencia de asentamientos propios de esta cultura, aunque existe el debate sobre si deben o no incluirse en ella.
Facies fondos de cabaña: Se trata de poblados en llano, normalmente de carácter estacional con viviendas construidas con materiales no permanentes y de los que sólo suele quedar la planta de la cabaña.
Facies motillas y facies morras: Aunque las diferencias entre ambos tipos son mínimas de hecho, poblados idénticos se denominan motillas en Ciudad Real y morras en Albacete se mantiene la diferente nomenclatura para distinguir las que están dispuestas en zonas predominantemente llanas motillas, frente a las que se disponen en zonas menos llanas, cerros o pequeños espolones morras. El aspecto externo e interno de motillas y morras es prácticamente idéntico y obedece al patrón arquetípico de asentamientos circulares, fuertemente fortificados, con diferentes cinturones de viviendas y una torre o atalaya central.
Facies castellones o asentamientos de altura: Poblado situado en una altura muy elevada que generalmente está fortificado.
SOCIEDAD
Se cree que la sociedad del Bronce manchego estaba organizada en jefaturas. Desde los grandes poblados fortificados los jefes dominarían la producción agropecuaria de su área colindante y gracias a los excedentes que almacenarían en ellos podrían acceder a los bienes de prestigio que reafirmaban su posición privilegiada.
Se piensa que las concentraciones de poblados en torno a determinados lugares constituían una única comunidad cuyo modelo de asentamiento disperso permitía un control efectivo del medio y sus recursos desde puntos estratégicos. Sin embargo, se ha llegado a asumir que eran comunidades en guerra permanente debido a la propia disposición y fortísima construcción de las motillas y atalayas, así como por los ajuares de las tumbas masculinas, donde aparecen arcos y otras armas. Es probable que cumplieran ambos cometidos: control de pastos, tierras, cursos fluviales y otros elementos vitales y control militar del territorio.
Muchos de los asentamientos pequeños albergaban una o pocas familias, en sentido extenso: ascendientes, descendientes y parentela directa. La propia disposición de los asentamientos refleja una cierta posición de subordinación o, mejor, de interdependencia: los centros neurálgicos pueden ser importantes para el comercio e intercambio, pero los centros externos son vitales para el control del territorio.
ÁREA GEOGRÁFICA DEL SUROESTE
Entre el 3100 y el 2200 aC. se desarrolló en el área de la desembocadura del Tajo un grupo de gran complejidad cultural cuyos signos distintivos se fueron extendiendo progresivamente por todo el suroeste peninsular, creando un cierto trasfondo de unidad en diversos aspectos como son la nuclearización y el encasillamiento de los hábitats, el surgimiento de la metalurgia o la aparición de un ritual funerario común en el que participaban unos mismos símbolos.
EXTENSIÓN Y POBLAMIENTO
Las primeras referencias sobre el fenómeno de concentración y sedentarización del poblamiento en el sudoeste peninsular se obtuvieron en el ámbito de la llamada cultura del Tajo o de Vila Nova, que incluía las penínsulas de Lisboa y Setúbal.
Allí se encuentran Vila Nova de São Pedro y Zambujal. Estos yacimientos se caracterizan por su reducido tamaño, no superior a la hectárea y porque fueron construidos y reconstruidos en sucesivas fases hasta alcanzar la complejidad estructural que presentan.
El ejemplo más significativo es, sin duda, Zambujal. Este tipo de poblado se constata también en el Algarve y el Bajo Alentejo e incluso en la provincia de Huelva, donde cabe citar el de Cabezo de los Vientos.
Por lo tanto, el poblamiento en el sudoeste no se reducía a pequeños lugares fortificados, sino que es más complejo, una situación bastante distinta a la del sudeste.
Estos hábitats fortificados se explican por la presencia de colonos, que no solo aportaban modelos arquitectónicos, sino también estilos cerámicos como los famosos copos de la cultura del Tajo y la metalurgia del cobre. Actualmente se defiende el autoctonismo, aunque para las murallas se puede defender la inspiración en el prototipo mediterráneo de la Península. Contando también con el uso de los mismos símbolos, como ídolos oculados
Actualmente se defiende el autoctonismo, aunque para las murallas se puede defender la inspiración en el prototipo mediterráneo de la Península. Contando también con el uso de los mismos símbolos, como ídolos oculados.
LA METARLUGIA
Los minerales comprometidos en la fundición, carbonatos y óxidos de cobre, así como los productos finales, son los mismos que en Los Millares, por lo que cabría hablar de una misma tradición metalúrgica y del funcionamiento de mecanismos emulativos entre ambos focos. Tradicionalmente se ha defendido la subordinación del grupo del Tajo.
En los primeros momentos los artefactos de cobre se reducían a hachas planas alargadas, punzones dobles, cinceles, sierras y algún puñal triangular. Más tarde, coincidiendo con el campaniforme, se añadieron puñales de lengüeta y ciertas puntas de jabalina pedunculada, llamada de palmela
LA NECRÓPOLIS
Como en tierras almerienses, se implanta el binomio poblado-necrópolis. Otra característica es la generalización de los monumentos de cúpula o tholos, sin embargo, ello no supuso ruptura respecto al pasado, porque muchísimos de los grandes dólmenes anteriores se siguieron usando, tal es el caso de Anta Grande de Olival da Pega,en Reguengos, Portugal. Otros dólmenes, como el de Comenda de Igreja, se vieron sustituidos por los modernos tholoi, pero que se construyeron en el interior de los mismos túmulos, acreditando la persistencia del carácter sagrado de los respectivos lugares.
En la zona del Tajo final también fueron comunes los enterramientos en cuevas artificiales excavadas en la roca, pudiéndose poner de ejemplos los de Alapraia y Palmela. El momento culminante de su utilización debió ser la Edad del Cobre, los ajuares son de esta época y del campaniforme, pero su origen se retrotrae al Neolítico, lo que prueba la continuidad funeraria.
RITOS FUNERARIOS
Se trata de sepulturas colectivas, probablemente correspondientes a distintos linajes familiares, lo cual no representa diferencia alguna respecto al ritual megalítico anterior. Sin embargo, hay ciertos cambios, no solo en unos ajuares específicos de esta época, sino también en la subdivisión del espacio interno de las sepulturas mediante camaretas o nichos, respondiendo esto tal vez a una necesidad social de individualizar a ciertos personajes. Un ejemplo en este sentido lo proporciona el sepulcro de cúpula de Alcalar, en el Algarve. En uno de sus nichos se recuperó un ajuar excepcional, constituido por alabardas, hachas, sierras y otros objetos de cobre.
Permanece la estructura de la sociedad segmentaria anterior, pero la progresiva complejidad económica de los grupos del Cobre estimula la aparición de dirigentes, cuyas tumbas, sin ser individuales, se diferencian del resto.
LOS AJUARES
Los materiales que se detectan en los enterramientos coinciden con los domésticos, pero se observa cierta especialización. Como en la etapa megalítica anterior, el sílex es importante: las pequeñas puntas de flecha y los microlitos son sustituidos por puntas de base cóncava o recta con retoque invasor. También en sílex se encuentran grandes láminas retocadas y en la Extremadura portuguesa son muy importantes las alabardas de sílex, que se tallan bifacialmente.
La cerámica en los tholos del Algarve y el Guadiana-Guadalquivir se distingue sobre todo por los platos de “borde almendrado”. El motivo decorativo de los ojos comparece en todo tipo de objetos, siendo distintivos de las llamadas cerámicas simbólica. También encontramos hachas y azuelas de piedra pulimentada, piezas de cobre, primero las hachas planas y luego puñales de lengüeta y puntas palmela en la fase campaniforme.
Encontramos también adornos como colgantes, cuentas de collar de piedra y excepcionalmente de oro y marfil. Sin embargo, las piezas funerarias clave del Suroeste son los ídolos, que son auténticas manifestaciones de religiosidad. Los ídolos tienen rasgos antropomorfos y pueden fabricarse en arcilla, pizarra, hueso e incluso marfil.
Entre los más abundantes se encuentran los ídolos-placa de pizarra con abigarrada decoración, cuyo origen se sitúa en las últimas etapas neolíticas. A partir de la Edad del Cobre se individualizan los hombros y la cabeza, se les dotará de ojos y mantendrán una perforación para colgar. Son uno de los elementos más representativos del Suroeste peninsular.
Otros ídolos en la misma línea decorativa son los báculos o bastones, que tienen forma de maza. Otros ídolos son los betilos, cilíndricos y suelen ser de caliza muy blanca. Muestran en una de sus caras la típica decoración de ojos circulares. En el caso de los ídolos-falange, los ojos aparecen grabados o pintados. Este modelo es también frecuente en el Sureste.
Los ídolos, en general aluden mayoritariamente a un mismo símbolo: la “divinidad de los ojos”. ¿Quién era esa divinidad y cuál era su significado? Se trata, por regla general, de un personaje femenino, lo cual ha servido para identificarlo con la diosa Madre o diosa de la Tierra de las comunidades campesinas neolíticas. La diosa, en tal sentido, sería como Ceres o Cibeles, se presenta como garante de riqueza, de fecundidad, de buenas cosechas.
Para algunos autores resulta problemático que la mayoría de las estatuillas de esta diosa aparezcan en un panteón funerario, por lo que ven en ellas representaciones de aves nocturnas, como la lechuza (los “tatuajes” de los oculados corresponderían al disco facial de estas rapaces). Childe defiende una postura conciliadora: “parece que la antigua diosa de la fertilidad se hubiera transformado en una diosa de la muerte”, tal vez como una diosa de la resurrección.
Por último, los ídolos se esgrimieron como base de los planteamientos orientalistas, porque hay ídolos-placa en Chipre y símbolos oculados en los Balcanes y Chipre, incluso se puede hablar de paralelos intermedios en Sicilia
No obstante, en la actualidad no existe en la Península ni un solo caso de importación oriental. Tal vez, bajo la relativa unidad formal de estos objetos, subyace un mismo simbolismo y contenido religioso en el Mediterráneo
CRONOLOGÍA
Las fechas que nos proporcionan los monumentos sepulcrales tienen un valor relativo, porque estos monumentos se usaron durante mucho tiempo. Son mejores las de los asentamientos. Y en este sentido, para Zambujal y Santa Justa contamos con más de una decena en cada caso y para Monte da Tumba, alguna datación absoluta aislada.
La más antigua de estas últimas se remonta al 2590 aC. lo que supone una referencia de gran valor para el punto de partida del fenómeno de las fortificaciones: en el Castelo de Santa Justa tenemos una fecha del 2400 aC para el comienzo de la fase antigua del poblado, ya con muralla y una metalurgia consolidada.
En Zambujal nos encontramos con unas fechas 2250/2245 más de un siglo posteriores a la fortificación circular o núcleo primario, que corresponden a las fases constructivas del poblado.
Últimamente se han revisado sistemáticamente los datos proporcionados por el radiocarbono en vasos campaniformes de toda Europa y se ha llegado a la conclusión de que los más antiguos serían los encontrados en el área del Bajo Tajo, en Portugal, en yacimientos como Zambujal y Vila Nova de São Pedro, con una cronología que va del 2900 al 2500 a. C., algo más antigua que los de Andalucía, que estarían entre el 2500 y el 2200 a. C. En las fases finales de Zambujal se observa la decadencia del poblado, lo que supone el ocaso del modelo de hábitat fortificado de la zona coincidiendo con los comienzos de la Edad del Bronce
ÁREA GEOGRÁFICA DE LAS TIERRAS DEL INTERIOR
Hace años se hablaba de “vacío cultural” en las tierras del interior. Hoy día la situación es distinta, pudiéndose aludir a la existencia de grandes analogías en cuanto al material arqueológico con el sureste y suroeste. Cabría reconocer un grado de complejidad cultural comparable a los focos periféricos de la Península.
Las innovaciones son muy difíciles de valorar porque se desconoce en buena medida la etapa previa. Esta situación hizo que se recurriera al difusionismo o al colonialismo para explicar la génesis de la Edad del Cobre en la Meseta. De esta manera se justificaba la existencia de materiales arqueológicos similares a los de algunas estaciones del sur de Portugal.
Materiales como los platos de borde almendrado, de una serie de pequeños poblados de los alrededores de Plasencia Cáceres, o más al este, en el Castillo de las Herencias Toledo cuya distribución no alcanzó a desbordar el sistema Central; en segundo lugar, ciertas cerámicas simbólicas de los yacimientos zamoranos de Las Pozas o de los Paradores de Castrogonzalo; en tercer término, ciertas decoraciones cerámicas, como los triángulos punteados, puntas líticas talladas de base recta o cóncava ciertos ídolos oculados en hueso, procedentes de Las Pozas o de la Cueva de la Vaquera Segovia aunque en el caso de estos últimos cabría relacionarlos más bien con piezas del sureste; finalmente, diversas piezas metálicas, como puñales triangulares.
En el norte de Portugal la situación es parecida a la de la meseta, destacando unos poblados fortificados en la misma línea del Duero como Castello Velho, en Vila Nova de Foz Côa, o más al norte, como São Lourenço de Selho. Castello Velho tiene doble muralla reforzada con bastiones. En el interior hay restos de construcciones pétreas y agujeros para hogares. Por tanto, también en el interior peninsular se experimentó un avance del proceso de sedentarización.
LA ECONOMÍA
Tenemos constancia de agricultura en los poblados de las campiñas centrales, por ejemplo, semillas de trigo en Villardondiego, Zamora, y de pólenes de cereales en El Ventorro Madrid, incluso en tierras madrileñas contamos con la impronta de un cesto de trigo en un “hoyo” en La Cervera (Madrid), lo que prueba que algunos de ellos desempeñaron originariamente la función de silos.
También hay numerosos hallazgos de dientes de hoz en sílex que muestran el “lustre de la siega”. También en el norte de Portugal Bunaco da Pala se había almacenado cierta cantidad de trigo, cebada, e incluso habas y bellotas.
Se ha discutido sobre la contribución de équidos y bóvidos al desarrollo de una agricultura intensiva, bien como animales de carga o tracción, a partir de los restos del yacimiento de Las Pozas, ya que los animales fueron sacrificados a edad adulta. En cuanto a la ganadería hay que mencionar sobre todo los restos de cerdos y ovicaprinos. Se cazan ciervos y uros.
En cuanto a la metalurgia, es de carácter local, y en este sentido hay que avanzar la idea de exportaciones meridionales, como lo demuestran los crisoles y contenedores de coladas hallados en varios yacimientos. El mineral, en ciertos casos, se traía de lejos, de las tierras altas de León y Palencia o de la sierra de Ávila, planteando el grado de organización de los grupos locales de la Edad del Cobre. Algo análogo podría decirse tras el reconocimiento de talleres locales de sílex para la fabricación de dientes de hoz en Los Cercados, en Mucientes Valladolid, que se exportaban a la Tierra del Vino, en la provincia de Zamora.
USOS FUNERARIOS
Ni en la Meseta ni en el norte de Portugal se contempla el binomio poblado-necrópolis, que es tan característico del sur peninsular. En las penillanuras de Zamora, Salamanca y norte de Cáceres, los viejos megalitos continúan usándose, como acreditan los elementos de ajuar: cerámicas, útiles de piedra y elementos de cobre, que son idénticos a los de los hábitats de este momento.
A partir del 2000 aC. el campaniforme se convierte en elemento habitual de los ajuares funerarios, pero formando parte de ofrendas a personajes destacados, asociándose a puntas palmela, puñales de lengüeta y elementos de adorno de oro. Sin embargo, este hecho no resulta fácil de precisar al encontrarse en un espacio sepulcral común, caso de las sepulturas megalíticas de Cha de Carvahal, en Baiao, de Galisancho y Aldeavieja de Tormes, ambos en la provincia de Salamanca.
La asociación a individuos concretos la veremos en las campiñas del Duero y en los alrededores de Madrid, donde se documentan auténticas tumbas individuales que podían catalogarse de aristocráticas.
Las jefaturas individuales, empleando la terminología actual, resultan perceptibles arqueológicamente en esta zona desde fines de la Edad del Cobre, como prueba la tumba de Fuente-Olmedo, en Valladolid.
CONCLUSIONES
Hemos visto estas tres culturas enmarcadas entre los milenios III y II antes de nuestra era en la península ibérica y con sus características en relación a su forma de asentamiento y habitabilidad. El tipo de relación social, la economía, la agricultura, la ganadería, la metalurgia pujante y la cerámica especializada que tenían.
Así como el tipo de alimentación que los sustentaba. Su forma de enterramiento y sus necrópolis. Todas aquellas cosas que podemos saber a través de los yacimientos y excavaciones.
Localizadas la mayoría de ellas en la zona del sudeste peninsular, podemos considerar que ya tenemos mayor conocimiento de los estratos indígenas que darán paso a las culturas posteriores que habitarán la península ibérica en el I milenio antes de nuestra era, y con los que nos encontraremos en el siguiente capítulo.
Bibliografía:
ATLAS HISTÓRICO MUNDIAL -I
LA EPOPEYA DE GILGAMESH
LA PREHISTORIA DEL HOMBRE
MANUAL DE HISTORIA UNIVERSAL PREHISTORIA
Herman Kinder Wernes
Andrew George -Trad.Fabian Chueca
José Mª Fullola, José Mª Gurt
AAVV. Editorial Nájera.
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