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GASPAR SANZ CELMA

Bartolomé Gaspar Sanz Celma (1640-1710) es considerado el mejor teórico de la guitarra en el conjunto de la historia de la música española;  las informaciones relativas a su vida se limitan a unas pocas publicaciones que centran sus investigaciones en el legado musical. Cotejando lo que señalan varios autores reputados, apenas podemos contar con un puñado de datos acerca de la biografía sobre un músico que asombró a sus contemporáneos por su sabiduría .

El sacerdote e historiador Félix Latassa (Zaragoza 1733-1805) afirmaba que “sus padres eran personas de antiguo linaje y de mucho honor”; posteriormente, en el siglo XX,  el musicólogo y investigador Luis García Abrines (Zaragoza 1923- New Haven 2016) halló en el Archivo Parroquial de Calanda la partida de nacimiento que certificaba los orígenes calandinos del maestro de la guitarra española.

Siguiendo los pasos de Luis García Abrines, decidimos  adentrarnos en los archivos locales en búsqueda de cualquier rastro de documentación que relacionase Calanda con Gaspar Sanz. Los libros parroquiales desvelaron los nombres de sus hermanas, de sus cuñados y sobrinos, dibujando el hilo conductor de una genealogía familiar que perdura en la actualidad. El Archivo Histórico Municipal de Alcañiz aportó, posiblemente, los documentos más relevantes, informándonos de la actividad profesional de su padre y desvelando la presencia de Gaspar en Calanda en 1670. Pero, para bosquejar la difusa figura del músico  ha sido necesario recurrir a publicaciones del ámbito de la investigación cuyo eco, hasta la fecha, se limita al entorno universitario. El género literario, a su vez, ha  ayudado a reconstruir la relación entre el ilustre calandino y  don Juan José de Autria, el máximo exponente de la política española de mediados del siglo XVII. En ese sentido, agradecemos a la música Ania Paczkowska haber compartido con el GREC, un libro que desconocíamos, la novela de Ricardo Vázquez Prada: Gaspar Sanz, la Magia de la guitarra.

De Calanda a Salamanca

Bartolomé Sanz y Jusepa Celma, padres de Gaspar,  se establecieron en Calanda en 1637.  La joven pareja fue una de las numerosas familias que, aprovechando el reparto de tierras que acompañó la Concesión de la Carta Puebla en 1628, se mudó a Calanda. El archivo parroquial no ha revelado dato alguno acerca de los orígenes de Bartolomé y Jusepa, no existe partida de nacimiento ni acta de matrimonio; ello demuestra que ambos eran foráneos a Calanda. Entre los posibles nexos familiares, sabemos que en aquella época vivían en lo localidad un tal Gaspar Sanz, natural de Fuentespalda y un Bartolomé Sanz oriundo de Gargallo pero, la ausencia de documentación que certifique un nexo entre la pareja y las personas citadas anteriormente invita a la mayor prudencia y, en ese sentido, optamos por dejar en el aire la cuestión de los orígenes de los Sanz.

El primer documento referente a la familia Sanz lo hallamos entre los protocolos del notario Gaspar Peralta. El 17 de noviembre de 1637, el mercader Gerónimo de León, procurador del Consejo de Calanda, vendía al alfarero Bartolomé Sanz un patio de cantarería con su era en el barrio de las Cantarerías, por el precio de cien sueldos. Bartolomé Sanz era por lo tanto alfero y contradice lo que escribió Félix de Latassa: “[…] sus padres, Bartolomé Sanz y Francisca Celma, personas de antiguos linajes y de mucho honor […]”.

Partiendo de la certeza de que Bartolomé era alfarero hemos sacado a la luz la existencia de dos posibles hermanos de Bartolomé: el cantarero Juan Sanz y Madalena Sanz esposa del alfarero Miguel Herrero. La relación entre los Sanz y la cantarería queda por lo tanto demostrada y certificada.

El primer hijo de los Sanz Celma fue el niño Bartolomé, Francisco, Gaspar quien nació en los días posteriores al denominado Milagro de Miguel Pellicer, el 4 de abril de 1640 más precisamente. En los años siguientes, Bárbara dará a luz a seis seis niñas de las cuales sobrevivieron Jusepa y Gerónima.

Gaspar pasó su infancia entre cocios y tinajas y asistió a las clases del maestro de escuela; ahí se formó en sus primeras letras. La escuela rural en tiempos de la contrarreforma estaba bajo el control religioso y moral de la Iglesia. El vicario, Mosén Juan Herrero, jugaba un rol importante en el gran movimiento de fe que apostaba por una instrucción vigilada. Gaspar aprendió a leer y escribir en un contexto impregnado de religiosidad. Su viveza deslumbró entre sus compañeros y llamó la atención del maestro y del vicario quienes hicieron partícipe  a la familia del potencial de su hijo. Bartolomé y Francisca tenían interés en que su hijo accediera a los estudios superiores pero, como era el caso de la casi totalidad de la población, carecían de recursos económicos suficientes para financiarlos. Al joven Gaspar se le ofreció la oportunidad de abandonar Calanda a cambio de ingresar en la carrera eclesiástica.

Gaspar Sanz viajó  hasta Salamanca, la más prestigiosa Universidad Mayor  de Castilla, universidad donde residían casi 3.000 estudiantes. Accedió a la Facultad de Artes superando la capacitación en gramática latina. La facultad de Artes tenía, en aquella época un papel papel propedéutico de preparación al título de Bachiller; pasado tres años, defendió en público diez lecciones, consiguiendo convertirse (1660-1661) en Bachiller en Artes y,  a posteriori, tras otros tres años en Licenciado.

EL ARTÍCULO COMPLETO PUEDE LEERSE EN LA REVISTA QALANNA 19 (2023)

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