LA EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS DE CALANDA
El 12 de julio de 2020 se cumplirán 410 años de la salida de los moriscos de la villa de Calanda. Dos mil personas se vieron forzadas en aquella fatídica fecha a abandonar su hogar y para tomar el camino del exilio.
El objetivo del artículo es relatar los acontecimientos ocurridos en Calanda durante los meses previos a la expulsión de la comunidad morisca y analizar las consecuencias económicas y sociales a las cuales tuvo que enfrentarse Calanda a partir del día 13 de julio de 1610.
1. El contexto político en 1609
1.1 La expulsión de los moriscos del reino de Valencia y del reino de Castilla
- 4 de abril 1609. El Consejo de Estado dictamina la expulsión de los moriscos valencianos y castellanos de los territorios pertenecientes a la Monarquía Hispánica.
- 9 de abril 1609. Felipe II ratifica la decisión tomada por el Consejo de Estado.
- 22 de septiembre 1609 : Publicación del bando de expulsión de los moriscos valencianos.
Las comunidades de moriscas de los valles de Ayora-Cofrentes y de Laguar se sublevan, atrincherándose en la naturaleza agreste de Muela de Cortes y lo alto de la sierra del Cavall Verd.
A las escuadres de galeras y galeones encargadas de transportar a los 150.000 moriscos valencianos se unen una importante flota de embarcaciones privadas. El principal destino es el presidio de Orán-Mazalquivir.
1.2 La expulsión de los moriscos del reino de Granada
- 20 de octubre 1609. Felipe III manifiesta al marqués de San Germán, miembro del Consejo de Guerra, su intención de expulsar los moriscos andaluces afincados en el reino de Granada.
- 12 de enero 1610. Bando de expulsión de los moriscos granadinos y de la villa de Hornachos.
1.3 Bando de expulsión de los morisco de. reino de Castilla
- 28 de diciembre 1609. El conde Salazar y Bernardino de Sotomayor hacen público el pregón de expulsión. A la diferencia de lo ocurrido en Valencia y Andalucía se autoriza a los castellanos a salir libremente hacia el destierro. La gran mayoría inician su salida hacia el reino de Francia.
- Mayo 1610. Salazar envía hacia los puertos de Murcia y Sevilla los moriscos que seguían afincados en la demarcación Sur.
2. El reino de Aragón 1609-1610
2.1 Las repercusiones de la expulsión de los moriscos valencianos
Tomás de Borja, arzobispo de Zaragoza, Virrey de Aragón es informado por una carta de Felipe III fechada el 9 de septiembre de 1609 del destierro de los moriscos valencianos.
El despacho tiene como finalidad de avisar a Tomás de Borja y sobretodo de encargarle apaciguar a los moriscos aragoneses. Se ordena a Borja de publicar bandos anunciando duros castigos contra todo aquel aragonés que se atreviera a ocultar moriscos huídos de Valencia o Castilla.
Juan Fernández de Heredia, gobernador de Aragón informa el 23 de octubre de 1609 a Agustín de Villanueva secretario del Consejo de Aragón que los moriscos aragoneses habían empezado a recibir maltrato por parte de ciertos propietarios y plantea la nescesidad de publicar una salvaguarda a favor de éstos.
1 de noviembre 1609, Heredia informa que muchos moriscos conocedores de lo ocurrido en Valencia han dejado de cuidar sus tierras y se desprenden de sus bienes a precios inferiores al del mercado.
La inquisición por su parte denuncia que muchos valencianos han encontrado refugio entre sus correlegionarios aragoneses. Diversas cartas remetidas al Consejo de Aragón hablan de una revuelta inminente de los moriscos aragoneses.
Ante el desasosiego de los moriscos, el 17 de noviembre de 1609, Heredia pide la expulsión de los moriscos aragoneses. El 21 de noviembre 1609 el Consejo ordenada reforzar las fortificaciones del reino y manda a Heredia destinar a la Guardia a caballo del reino a la frontera con Valencia.
El marqués de Aitona que asume el virreinato de Aragón en sustitución deTomás de Borja se enfrenta al desconcierto que vive en reino desde su interior. El 12 de diciembre Aitona informa afelipe III que parte de los moriscos no tenien donde dormir por haberse desprendido de todos sus bienes, los acreedores han dejado de prestar dinero lo cual provoca que nadie puede en contrar crédito para comprar el grano y las semillas necesarios a la próxima siembra. El nerviosismo existente lleva a los cristianos viejos del reino de Aragón a prepararse ante una posible revuelta morisca. Tarazona y Calatayud solicitan del Virrey licencia para comprar un millar de arcabuzes.
2.2 La situación en Calanda en otoño de 1609
Ante la situación de caos descrita por el Marqués de Aitona y Heredia se contrapone la visión que ofrece la lectura de las fuente escritas relativas a Calanda.
El vicario de la parroquia de Nuestra señora de la Esperanza, mosén Juan Julis, entre septiembre y diciembre 1609, asienta en sus libros cinco matrimonios – Rodrigo Margúan con Aldonza Saltamatas, Alexandre Ayu con Clara Ceyne, Alexandre Moçot con Polonia Chirideu, de Gerónimo de Muza con Esperanza Chicala, y de Joan Mocaxteri con Aldonza Ezquerrero – bautiza a quince niños pertenecientes a familias moriscas y confiesa, ante de administrarles la extrema unción a, Isabel Vililla, Isabel Pancaliente, Alexandre Alfadarí, y Alexandre Marguan.
La escribanía de Pedro Morales, sigue registrando los acuerdos comerciales firmados entre particulares. Los cristianos nuevos Serafi Juge, Amador Samperuelo, Alexandre Ceyne, Lope Penginet conceden una serie de préstamos por valor de 5.000 sueldos a cristianos viejos de Oliete, el Mas de la Matas. Alejandro Peon y Amador Reguan llegan a un acuerdo por el cual el primero arrienda dos bancales en la partida de Castiel, preveyendo su restitución al titular a finales del año 1612. Entre los cristianos viejos destaca la información según la cual Artal de Alagón señor de Calanda, miembro de la cámara del Rey Felipe III, entrega en comanda a Alexandre el Conde dos cahices de trigo que el Conde usará cuando llegue el tiempo de la siembra.
Durante el otoño de 1609, las noticias acerca de la salida de los moriscos valencianos, y los rumores sobre un levantamiento en la frontera con Castilla, no parecen afectar las relaciones sociales y comerciales entre los nuevos convertidos y los cristianos viejos de la Tierra Baja. La cuestión de la expulsión se ha convertido evidentemente en el epicentro de las preocupaciones de los moriscos calandinos; ante aquellos que anuncian una catástrofe inminente se contrapone la postura de la mayoría que, atemorizada por la idea de tener que abandonar la Península, niega lo que a ojos de los más avispados parece ser una evidencia.
3. Primavera 1610. Preparativos a la expulsión y proclamación del bando
Tras el destierro de los moriscos valencianos nada parece indicar que se produjera una radicalización de las posturas entre las comunidades morisca y cristiana. En ese sentido, y con la voluntada de apaciguar los ánimos, el marqués de Aitona obtiene del rey la reimpresión de la salvaguardia publicada en 1593 que defiende a los moriscos ante todo tipo de exacción. Pero la desconfianza de los cristianos hacia los moriscos se ve exacerbada por las constantes acusaciones promovidas por espías, parrocos y el inquisidor zaragozano Miguel Santos de San Pedro, que reclama la inmediata expulsión de los moriscos aragoneses.
Ante la desconfianza de los moriscos ante la aparente protección de las autoridades, ciertos colectivos esperan poder abandonar el reino de Aragón hacia Francia a través de los puertos del Pirineo. Preparar la marcha supone el acopio de recursos materiales y económicos para afrontar. Los moriscos, contraviniendo las ordenanzas reales, inician la venta a todos sus bienes. La situación es aprovechada por todos aquellos cristianos que no quieren perder la oportunidad de enriquecerse a costa del malbaratamiento de tierras, casas y herramientas.
Desde la corte de Madrid se inician lo preparativos a la expulsión de los nuevos convertidos aragoneses, trasladando parte de la flota y de los tercios de Italia hacia el puerto de los Alfaques. En el reino de Aragón se levantan varias compañías de infantería destinadas a asegurar los puestos estratégicos. Según el inquisidor general los moriscos han provocado diversos enfrentamientos con la tropa y en particular en Foz Calanda.
La decisión definitiva es tomada en abril de 1610. Felipe III ordena a Agustín de Mexía, uno de los más experimentados y veteranos soldado del ejercioto de los Austrias, llevar a cabo la expulsión de los moriscos aragoneses. Mexia reune en la capital aragonesa la Junta de Zaragoza que integran el marqués de Aitona y el arzobispo Tomás de Borja. La expulsión se llevaría a cabo dentrod e un mes, es decir a mediados de junio, a través de la vía marítima del puerto de los Alfaques. El bando afectará tanto a adultos como a los menores de edad, así lo ha dictaminado la Junta de teólogos de Valladolid.
La llegada de las galeras a los Alfaques el 24 de mayo, y la presencia de los Tercios en tierras catalanas, es el señal que el proceso de expulsión puede iniciarse. El 29 de mayo 1610 el bando de expulsión es proclamado en Zaragoza y los correos despachados hacia los localidades de moriscos.
La organización prevé treinta y cinco tránsitos, siendo las primeras en abandonar Aragón las poblaciones cercanas a la frontera catalana a través de los pasos de Aguaviva y Peñarroya.
3.1 El contexto calandino entre enero y junio 1610
Durante los primeros meses 1610 los moriscos calandinos continuan cumpliendo con todos los requisitos que impone la iglesia romana. la tarea de Mosén Juan Julis sigue siendo la habitual acompañar al campo santo a las moriscos que han fallecido, bautizar a los recién nacidos, bendecir a los matrimonios celebrados en la iglesia parroquial. Posiblemente, los moriscos calandinos se aferran a la esperanza que el rey, a la vista de su buen comportamiento como cristianos, les permitirá permanecer en el península.
Pero en lo referente a los meses de junio y julio existe un vacío documental, los libros aprroquiales no recogen dato alguno de lo ocurrido. Dos factores entran en juego : por una parte el hecho que mosén Juan Julis lleva semanas enfermo y ha traspasado la gestión de la parroquia al cura de Foz, por otra, evidentemente, la rebeldía de los moriscos desesperados ante el inmimente destierro.
El alcayde Quintanilla que ocupa el castillo de Calanda en nombre del conde de Sástago señor del lugar, se ve impotente a la hora de restablecer la paz social, el puñado de hombre de mano que están asu cargo son incapaces de serenar a los 2.000 vecinos. La rica Calanda es un errial, los frutales han sido abandonados, las acequias reventadas. La burguesía, comerciantes, y labradores, intentan vender sus bienes, acumular los recursos económicos que les permitirán pagar su pasaje hacia el reino de Francia, Italia o la costa africana, los demás, sumidos en la miseria absoluta, buscan el consuelo a través de la violencia, enfrentándose con Quintanilla y sus hombres.
El alcaide y sus guardas se ven obligados arefugiarse tras los muros del castillo. Quintanilla, incapaz de poner fin a la revuelta, recurre a Pere Salaberte, un bandolero, que ronda por la frontera con Cataluña. A su entrada en Calanda la cuadrilla de Salaberte en Calanda haciendo uso de violencia, intimidación y posiblemente asesinatos devuelve una paz relativa a Calanda.
En las semanas previas a la fecha de la expulsión se presentan en Calanda la compañia de infantería castellana de de Tomás de la Cabra destinada a acompañar a los moriscos en su tránsito hacia los Alfaques.
3.2 El bando de expulsión
El 27 de mayo 1610 el bando es proclamado en Barcelona iniciándose inmediatamente la salida de los moriscos de la zona de Lleida a través del Ebro hasta los Alfaques. El 29 se da a conocer en Zaragoza.
El contenido del bando de expulsión redactado por la Junta de Zaragoza se difunde rápidamente entre la comunidad de los hasta ahora llamados cristianos nuevos. El documento recoge las líneas directrices del bando publicado en Valencia en 1609 y expone en primer término quien se verá afectado por la decisión regia : todas las familias moriscas del reino, con ciertas salvedades : los niños menores de cuatro años, las moriscas casadas con cristianos viejos, las cristianas casadas con moriscos y sus hijos menores de seis años y, finalmente, los que puedan demostrar ser verdaderos cristianos.
Para evitar que los moriscos se dispersen y huyan de forma desordenada se les obliga a permanecer en sus pueblos hasta la llegada del comisario al cargo de la organización del tránsito. Los Calandinos durante esas fechas centran sus desplazamientos a Alcañiz, sede de las principales notarías de la Tierra Baja, donde tienen depositados sus empréstitos. Para los moriscos el acopio de moneda se convierte en una obsesión que les lleva a malvender cualquier bien que posean.
En el momento que se presente el comisario y la tropa encargada de asegurar su seguridad, se establecerá un plazo de tres días para que los moriscos abandonen la localidad. La corona sólo les permite llevarse consigo los bienes que puedan acarrear sobre su persona, y los recursos necesarios a su sustento hasta el momento de embarcar.
Unos de los temores las autoridades, al margen de una rebelión, es que los moriscos asolen los términos; por aquel motivo deciden imponer la pena de muerte a quien destruya casas, regadíos o se dedique a quemar molinos y campos. La presencia en Calanda de un grupo de forajidos a sueldo del alcaide Quintanilla pone freno a cualquier posible exacción.
A pesar de la desesperación, en la cual están inmersos, los moriscos calandinos aceptan con cierta resignación el inevitable y fatídico desenlace que les espera.
Fuentes documentales:
- Lomas Cortés, Manuel. La expulsión de los moriscos del reino de Aragón. Centro de Estudio Mudéjares (2008)
- Fernández Terricabras, Ignasi. ELS MORISCOS CATALANS.LA TRÀGICA DISSORT D’UNA MINORIA
- AHMA. Protocolos notariales
- APC . Libros de difuntos, matrimonios y bautismos