Diario La Iberia, 7 de marzo 1865

Entre 1863 y 1868, tienen lugar los últimos ensayos de Isabel II para mantenerse en el poder. La reina aparta a los unionista de O’Donell y entrega el poder a gobiernos independientes (Marqués de Miraflores, Arrazola, Mon) que fracasan en sus acercamientos a unionistas y moderados. En 1864, Isabel II cede las riendas del gobierno al general Narváez, espadón de los moderados, quien, ante la falta de apoyo social y la inestabilidad reinante, gobierna al margen de las Cortes. El General Baldomero Espartero y Mina, el caudillo invicto de la guerra civil, vive desde 1856 alejado de la política pública, más aún, al perder la jefatura del partido progresista en 1864. Espartero sigue siendo para los “progresistas puros”, el padre pacificador de la nación, un personaje mitificado que se identifica con la lucha del pueblo por la libertad. En las primeras horas de la noche del día 9 de febrero 1865, corre por Logroño la noticia de que en el tren procedente de Navarra llegarían treinta ó cuarenta navarros carlistas con el objeto de apoderarse de la persona del general Espartero. Sus amigos, alarmados, se empeñan en custodiar la persona y la casa del duque, y se preparan aquella noche a esperar á los supuestos asesinos. [2]

Calanda hacia 1865.
La situación política en Calanda en la década de los años sesenta del siglo XIX es una mera instantánea de la política española en la época, división, enfrentamiento y sentimientos a flor de piel. Ha pasado un cuarto de siglo desde que terminó en 1841 la guerra civil, pero los ánimos siguen exacerbados.
La tertulia progresista es el epicentro del movimiento liberal, es un espacio de solidaridad en los cuales se canalizan los parámetros de la cultura avanzada.[3]
El movimiento progresista lo lidera Francisco de Paula Santa María[3], un comandante retirado establecido en Calanda, que mantiene correspondencia con los periódicos liberales de Madrid. Entre las personas más comprometidas con el la corriente progresista se sitúan, José y Antonio Crespo, Mariano Castañer, Joaquín Barberán, Tomás Pérez, Manuel Gasca y Pascual Sanz.
En 1862, el Clamor público publica dos cartas de José Crespo. Crespo sale en defensa de Fernando Corradi, director del periódico, denuncia la política del gobierno de la Unión liberal, que tilda de Unión servil, e informa que participa con 250 reales de vellón a la subscrición abierta para sufragar la desorbitante multa de 60.000 reales impuesta al diario.
En febrero de 1864, Salustiano de Olózaga y al Comité central de los progresistas anuncian abiertamente, un posible retraimiento en las próximas elecciones. Aquella dificilísima decisión es apoyada por los comités provinciales y en particular por los prohombres de Calanda. Santa María, Crespo, que refrendan la decisión y declaran en la Iberia :
”[…] no podemos dejar de felicitarle por haber interpretado tan fielmente nuestros sentimientos t los de todos los verdaderos progresistas. Soldados leales del progreso, siquiera en las últimas filas, pelearemos siempre por tan noble causa y la sostendremos hasta donde lleguen nuestras fuerzas.”.[3]
La estructura social del partido progresista de Calanda se fundamenta principalmente en propietarios, labradores (Anadón, Barberán, Castañer, Dalmau, Gasca, Guillen, Sanz), y profesiones liberales; los Crespo se dedican al comercio, Manuel Barberán Dalmau es farmacéutico. En conjunto, la gran mayoría de los integrantes del comité progresista encuadra dentro de la pequeña burguesía que carece de derechos electorales debido al el sistema censitario [4]
La creación de la tertulia progresista resuelta de la voluntad de parte del vecindario de ser partícipes directos de la modernización de Calanda; aspiran, por lo tanto, al reconocimiento de la Soberanía nacional, y a « la mejora del estado social y moral del país, su desarrollo económico e intelectual, y el aumento de la participación de las capas populares en la vida política».
Los demás firmantes de la carta, pertenecen al partido Demócrata[5], integrado por republicanos y militantes escindidos del ala izquierda del Partido Progresista. La figura prominente de los demócrata es el turolense Víctor Pruneda que en 1841 ya defendía este ideario desde las columnas del periódico El centinela de Aragón. La extracción social de sus miembros es más humilde, Antonio Braulio es barbero, Joaquín Trallero Gasca sastre, Felipe Celma esquilador, los demás braceros. Los demócratas cuenta con la adhesión de los sectores populares: aquellos que no se unieron al carlismo y que el progresismo no supo captar. Su representación es ciertamente limitada dentro del panorama político local.

.
A Progresistas y Demócratas, les unen la voluntad de modernizar el reino de España y poner fin a la delicuescencia política del país. El recuerdo de la guerra de civil, y la pertenecía a la milicia urbana, son otros vectores de concordancia; las familias Gil, Portolés, Leal, Sanz, los Celma , Loscos y otros Pérez, entregaron sus hijos en defensa de la reina legitima y comparten por ello el odio a todo lo que huela a carlista.[6]
Los monárquicos de la Unión liberal están liderados en el bajo Aragón por la familia Cascajares y , en particular, por Manuel y Félix Cascajares y Azara[7] hermanos mayores de Antonio María, futuro Cardenal Cascajares. Los unionistas se arrogan una posición central dentro del tablero político nacional. pretenden la permanencia en el poder y se niegan a cualquier alternancia en el gobierno. La unión liberal arrastra tras sus filas a parte de la oligarquía y por consecuente a su clientela. Manuel Cascajares y Azuara, que cuenta con el apoyo del aparato estatal, será elegido diputado por Teruel en diciembre de 1865[8].

Manuel Cascajares y Azara (1834-1901)
Elegido diputado por Teruel (1865-66 1869-71)
El carlismo, los valores de la tradición, se contraponen frontalmente al liberalismo; es una corriente política que abarca un amplio espectro social e integra terratenientes, sacerdotes[9], y una gran base de artesanos y jornaleros. El peso especifico del movimiento carlista en Calanda es indudable, supera ampliamente a los progresistas. Los absolutistas no dudan en provocar a los liberales con coplillas que cantan a viva voz en la plaza,
Viva Cabrera y su gente
Y su grande batallón;
Viva los aragoneses,
Muera la Constitución.[10]
y someten a los liberales a una gran presión tanto en el ámbito político, como social.
“[…]Pero la verdad es que se ejerce una gran vigilancia sobre los progresistas, sin dula para ver de inutilizarlos, porque esos enemigos encontrarán de menos los que levanten el pendón absolutista.”[11]

Manuel Marco Rodrigo (1814-1885)
Conclusión.
De los hechos expuestos, y como conclusión, deducimos que la carta publicada en La Iberia, el 2 de marzo 1865, muestra la firme voluntad de los progresistas y demócratas calandinos de defender la nación española de los ataques del absolutismo, y de luchar por los ideales de libertad política y civil. La contundencia y dureza del vocablo, utilizado, por los firmantes, refiriéndose al sector absolutista, demuestran que las heridas de la guerra civil siguen abiertas; es una clara declaración de intenciones, una amenaza, que preludia al conflicto fratricida que estallará en 1870, cuando salgan al monte las primeras partidas carlistas en el Bajo Aragón[12].
[1] Higueras (2017)
[2] Francisco Santa María (1810 -~1900), natural de Cádiz, propietario, domiciliado en la calle San Miguel nº7. AHMA. Censo electoral de la villa de Calanda (1871).
[3] La Iberia, 1-IV.1864
[4] Villanueba (1990)
[5] El partido Demócrata fue fundado en 1849, integró los primeros republicanos y contó con los sectores populares que no se unieron al carlismo. Entre los líderes bajo-aragoneses destacaron: Juan Pablo Soler Nuez (1837-1872) de Torre las Arcas y Benigno Rebullida Nicolau de la Ginebrosa. Al-Qannis , 5, 1995, p. 116.
[6] Joaquín y Antonio Loscos habían perdido a su padre fusilado por las huestes del Pericón en 1834 y combatieron junto a la milicia durante la guerra civil; Tomás Sanz, Francisco Sanz, Juan Leal, Joaquín Falcón, Antonio Celma, Antonio Andreu, Ramón Gil y Pascual Carreras fueron fusilados por Cabrera el 10-VIII-1838 en el Ballestar (Valencia). APC, Libro de difuntos
[7] Manuel Cascajares y Azara (1814-1901), fue elegido diputado por Teruel, dentro de la candidatura oficialista, junto a los Sres. Santa Cruz, Igual y Cano, Gómez, y De Pedro. La Época, 4-XII-1865.
[8] La Iberia, 4-XII-1865
[9] Mosén Eduardo Gasque, luchará junto al ejercito del Centro durante la tercera guerra carlista. En setiembre 1874, las tropas gubernamentales lo hallan gravemente herido en una casería cercano a Mora de Rubielos. La Correspondencia de España. 12-IX-1874.
[10] La Esperanza, 2-II-1865.
[11] La Iberia, 4-II-1865
[12] ”Según noticias que tenemos por fidedignas, dice un diario de Zaragoza, se sabe que el día 31 se levantó una partida carlista por la parte de Calanda. Parece se compone de solo veinte hombres “. La Discusión, 9-IX-1870.
[2] La Iberia 4-II-1865
[1] Junto a otros prohombres del liberalismo progresista, como los dramaturgos Manuel de Llano y Persi (1826-1907) y Juan de la Rosa González (1820-1886), fue fundada por el farmacéutico, periodista Pedro Calvo Asensio (1821-1863). Aparece su primer número el 15 de junio de 1854, en pleno movimiento militar que dará paso al Bienio Progresista (1854-1856). Será el prototipo del nuevo e influyente periodismo político y cauce del Partido Progresista. En su artículo de presentación se había proclamado “campeón de las doctrinas liberales” y había indicado que “la imparcialidad” era “su divisa; la legalidad, su escudo” y “la libertad, su grito de guerra”, y aunque exprese también que “no nos hemos afiliado a ningún partido”, se convertirá en órgano efectivo del Partido Progresista, Desde La Iberia se combatirá a los ministerios moderados o unionistas de Ramón María Narváez (1800-1868) y de Leopoldo O’Donnell (1809-1867), y en un artículo del seis de septiembre de 1856 de Calvo Asensio se criticará duramente a los liberales que en 1858 se integrarán en la Unión Liberal liderada por el citado O’Donnell. Por el contrario, se mostrará favorable al general Baldomero Espartero. (1793-1879).
Impactos: 2