Revista de Prensa. Julio 1922

22/07/2022
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CONTEXTO NACIONAL Y INTERNACIONAL

  • El 5 de julio de 1922 en los Países Bajos se realizan las primeras elecciones en las que pueden votar las mujeres.
  • El 9 de julio de 1922 en Estados Unidos el nadador y actor Johnny Weissmüller nada 100 metros en estilo libre en 58,6 segundos, batiendo el récord mundial y rompiendo la «barrera del minuto».
  • El 15 de julio de 1922 se funda el Partido Comunista Japonés.
  • El 20 de julio de 1922 en La Haya (Países Bajos) se clausura la Conferencia sobre el problema de las reparaciones de guerra adeudadas por Alemania.
  • El 26 de julio de 1922 Francia recibe de la Sociedad de Naciones un mandato sobre Siria y el Reino Unido otro sobre Palestina.

Las Provincias 6 de Julio 1922

El notable semanario «España»,ha puesto a debate el importantísimo problema que encabeza este artículo, y hace un llamamiento a todos los que de cualquier rincón de España, quieran aportar a él su buena voluntad.

Accidentalmente en Madrid, me considero en espíritu siempre presente en Calanda, rincón del Aragón de mis amores, región en cuyas antiguas leyes, fueros y ordenanzas, pueden encontrarse soluciones a problemas de actualidad, que muchos de nuestros políticos tratan de abordar, tal vez mirando más al efecto de populachería, que a la entraña de la cuestión e interés patrio.

Voy, pues, desde mi rincón rural a aportar mi pequeño esfuerzo. Desde que se inició la revolución. rusa oigo hablar y leo con más frecuencia que antes, que «la tierra debe ser para quien la trabaja».

Y aquí entra mi perplejidad. ¿Quién trabaja la tierra?

Mirando tan sólo al acto material, trabaja la tierra el que se dedica personal y materialmente a su cultivo.

Si sólo pudiese pertenecer la tierra a él, llegaríamos al atomismo, pues si solo podía poseer lo que pudiera trabajar personalmente o con sus hijos no emancipadas, llegaríamos a un parcelamiento que finaría en quedar la mayor parte de la tierra sin cultivo, pues si no se poseía más que lo que como digo, sólo se pudiese trabajar personalmente no daría bastantes veces para mantener una familia, y si en tiempos de siembra y recolección se podían utilizar operarios a jornal, se desvirtuaba el principio.

Claro es, que toda persona culta por radical que sea en este asunto, considera como cultivador de la tierra al propietario que explotando sus fincas por administración directa, dedica a ella su inteligencia y dirección.

Ya que de inteligencia y dirección se trata, me extraña que muchas personas de reconocida cultura, al ocuparse de la tierra lo hagan como ella diera sus productos sin necesidad de poner en ella, inteligencia, capital y trabajo como en la más complicada fábrica, cuando hay que poner cuando menos tanto y cada vez más, con una pequeña diferencia.

il arrendar las fincas para percibir una renta, unas veces será egoísmo; las más, conveniencia o necesidad económicas.

En Aragón hay un refrán que encierra una gran verdad y que más que nada se refiere a la administración:
«Hacienda, tu amo te vea, y si no, te venda».

Cuando se poseen tierras en pueblos distantes de donde se vive, (si se poseen en varios, no existe el don de la ubicuidad) o se poseen por huérfanos menores o viudas, obligarlos a la administración directa, sería llevarlos las más de las veces a ruina segura; y si se les expropiaba, sería un despojo, aunque precediese la indemnización.

En la mayor parte de esos casos, un arrendamiento podrá darles una renta inferior a la importancia de los predios; una mala administración, podría llevarlos a la ruina y ya sabemos que no es nuevo el caso de administradores que al final se convierten en propietarios de lo que administraban.

El problema se reduce a dos puntos: latifundios, con su secuela de tierras incultas, y contratos de arrendamiento y aparcería.Trataremos hoy de los primeros para no hacer demasiado extenso este artículo.

Indudablemente que la concentración en muy pocos propietarios, de grandes extensiones de tierra, es una injusticia y un peligro social, a los cuales debe salirse al frente con leyes que obliguen al propietario a poner en venta en todo tiempo, lo
que excediese de! límite ampliamente determinado.

¿Precio? El que sirviese de base a la contribución territorial que pagase, más el 10 por %.

¿Parte de la tierra a vender? Las sobrantes después de fijar cada propietario las que se quedaban dentro
del límite dado.

Tierras incultas, existen generalmente en esos grandes patrimonios; mas los ojos nos permiten ver con demasiada frecuencia, que existen también en muchas propiedades que no pueden considerarse ni muchísimo
menos como latifundios.

Para esto, sería una gran solución dar vigencia general a una disposición hoy en desuso de las antiquísimas Ordenanzas de la Huerta y Monte de la ciudad de Zaragoza’.

Dice: «El que tuviere tres años seguidos un campo inculto, el primero que vaya y lo are, suyo es el
campo. ”

En esto de los campos – incultos, no hay que olvidar que el dejar tierras de barbecho y cultivar a dos o más hojas, es una necesidad y que la ganadería es una riqueza indispensable para la agricultura y para la sociedad.

Para aquella, por lo que abona y las malas plantas que destruye al consumirlas; para ésta, por la carne y lana que produce.

He dicho que los barbechos y cultivo en dos o más hojas es una necesidad, sobre todo en secano, pues además de que no poseen abonos en cantidad suficiente económicamente, el agricultor necesita dejar tierras en preparación para emplear . en ellas sus operarios y caballerías mientras espera la recolección en los campos que después de sembrados no le admiten
el empleo de la mayor parte de su personal.

Algunos dirán que la ordenanza que invoco está en contradicción con la necesidad de la ganadería. En algunos casos, así sería; pero reservando la servidumbre de pasos una vez levantadas las cosechas, al antiguo propietario ganadero o a las
Asociaciones local y general de ganaderos, estaba solucionado.

Y ya que me he referido a las ordenanzas de Zaragoza, para que se juzgue lo que se adelantó a su tiempo voy a indicar otra que no ha estado en desuso ni un día hasta la fecha: «la jornada de ocho horas.»

En Zaragoza, según costumbre inmemorial sancionada en las Ordenanzas citadas, el obrero del campo trabaja ocho horas contando en ellas el tiempo que invierte en ir de casa al punto de trabajo (la vuelta no).

Y por ello no se han resentido las faenas agrícolas, pues el obrero- zaragozano se ha distinguido siempre por el rendimiento dado en el campo en esas ocho horas, rendimiento muy superior al de otros obreros en pueblos de más horas de trabajo.

Dejaremos para mañana los contratos.

Luis González

Madrid, 1-7-922.

Las Provincias 27 de Julio 1922

Por haberle sorprendido con leña procedente de monte del Estado; ha sido denunciado el vecino de Calanda Pablo Gascón Royo.


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