En 1909, la agresión sufrida por trabajadores españoles en una mina cercana a Mellila por parte de tribus rifeñas provoca la intervención del ejercito español en Marruecos. La resistencia de los rifeños obliga el gobierno español a destinar a Marruecos miles de soldados, En 1912, españa se encuentra ante la imperiosa necesidad de lanzar una campaña de reclutamiento voluntario. Un año más tarde estaban destinados en el protectorado 50 000 soldados españoles.

Las 130 pesetas ofrecidas al enganche son un gran aliciente para miles de jóvenes españoles que con tal de salir de la pobreza y aliviar la situación de sus familias acuden a los ayuntamientos para enrolarse en el ejercito.

Entre 1909 y 1927, decenas de calandinos cruzarán el estrecho de Gibraltar y se verán inmersos en el conflicto. A pesar de las penurias sufridas y de convivir con temor a la muerte, varios de ellos mostrarán gran arrojo y valor; así fue el caso del soldado de remplazo Antonio Urrios Bolea.
Todos los hechos, no fueron redactados. Y gracias al cuentatodo oral al calor del hogar se sabe que, Antonio Urrios Bolea fue llamado en su compañía para reconocer el cadaver de su primo Urrios, decapitado. Algún calandino mas sufrió esta guerra.
José Luis Trallero Urrios.
La novela “Anual un cementerio sin tumbas” de Juan Miguel Guerra (2014) encontramos referencias a un joven calandino, inmerso en el desastre de Anual. El autor incluye en su descripción a la Clocha, a Mosen Vicente, con una cantidad de detalles que nos hacen pensar, sin dudas, en la existencia de un vínculo entre Miguel Guerra y Calanda.
El calandino, al cual hace referencia el autor, se llama José , era de oficio pastor y se le conocía en Calanda como “el sillero” por ser el oficio que desempeñaba su familia. La historia de José es sencilla, en 1919, una vez tallado, se realiza en el ayuntamiento de Calanda el sorteo de los 135 quintos (dato exagerado ya que la quinta de 1916 la componían apenas con 40 mozos); el destino de José es Melilla. José deseoso de informarse acerca de Melilla acude ante Mosén Vicente :
“Al conocer que su destino era Melilla, se había dirigido a mosén Vicente, el coadjutor de la parroquia, un buen hombre ya mayor, hijo de militar, con fama de sabio, para que le dijera dónde estaba ese sitio del que nunca había oído hablar. El cura le dijo que estaba en África, y tras buscar en un armario lleno de libros y papeles incluso le mostró un mapa donde le señaló Calanda y Melilla, y la distancia entre ambas. Para que se hiciera una idea, comparó el tiempo que se tardaba en recorrer los veinte kilómetros entre Calanda y Alcañiz, la cabeza de partido, y lo que podría tardar en llegar a Melilla. Le explicó que España estaba allí para implantar la civilización cristiana, y que iba a tener la suerte de montar en tren y en barco, cosa que muy pocos del pueblo podían decir. Además, servir al rey y a la patria era una obligación que todos los mozos debían cumplir, que aprendería muchas cosas y que volvería hecho un hombre preparado para trabajar y fundar una familia. … el muchacho se fue del pueblo con una maleta de cartón que un pariente le había prestado y un paquete de longanizas bajo el brazo….”
Anual, un cementerio sin tumbas. Luis Miguel Guerra (2014)
Entre los quintos, no faltarán quienes eludan el servicio militar para no arroesgar su vida en el contexto Marroquí. Los jovenes pertenecientes a las familias con recursos redimirán servir en África a cambio del pago de una cuota de 1.000 pesetas.
El asunto marroquí es el útimo gran intento español de recuperar cierto protagonismo en el concierto internacional. La política rifeña se ve fuertemente influenciada enn aquel periodo por ciertos grupos de presión vínculados a la industria y a la banca española. La penosa gestión de los recursos humanos y materiales desembocará en el desastre de Anual en 1921 y acelerará la llegada al poder del Directorio del general Miguel Primo de Rivera.

Fuente documental. Archivo Jorge Celma
Heraldo de Aragón 13 de junio 1912.
El Diario Oficial del Ministerio de la Guerra publica la ley de voluntariado para las tropas de África, cuya parte más importante dice así:
Pueden engancharse los españoles, tanto de clase de paisoanos como los que se encuenran en cualquier situación militar; el compromiso es de cuatro años en filas y cuatro en reserva activa. Se les otorga un premio de 130 pesetas al enganche y 100 al cumplir los primeros seis meses y 500 al terminar el compromiso. de cuatro años.
Estos enganchados pueden irse reenganchando por plazos de cuatro años hasta cumplir los años de retiro que serán veinte, veinte y cinco y treinta años con abonos de campaña, obteniendo, receptivamente retiros de 240 pesetas anuales, 300 y 375.
Tendrán todos los derechos correspondiente al soldado, tanto en haberes, pluses y demás devengos ordinarios y extraordinarios, como en recompensa y ascenso.
Además, los que observen inmejorable conducta duranet doce años en filas se les concederá terrenos en África para que puedan convertirse en colonos.
El enganche puede hacerse en todos los Ayuntamientos de España, zonas de reclutamiento, cajas de recluta, y en el extranjero ante los agentes diplomáticos y consulares.
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