DIARIO DE TERUEL. 27 de febrero 1886
Sr. Director de El Diario de Teruel.
Muy señor mió y de toda mí consideración: he leído muchas veces en su ilustrado periódico que en nuestra actual diputación existen algunos diputados que están incapacitados o son incompatibles con dicho cargo y, sin embargo, una situación anómala les concedió plaza efectiva sin pararse en pelillos y hollando la ley provincial vigente.
Me ocurre citar para muestra al señor Vallés por estar de lleno incluido en la última incapacidad de las mencionadas en el art. 36, puesto que cobra un sueldo de fondos provinciales y desempeña el empleo de maestro de primera enseñanza, es decir, no es catedrático de Universidad, de Instituto, ni de escuela superior y aunque lo fuese, (que no lo es) estaría incapacitado por ser empleado y cobrar sueldo de fondos de la provincia, aunque este sea pequeño, pues la ley no determina que sean excluidos los pequeños ni los grandes.
¿Y para qué cansarme señor director en aclarar un asunto tan bien descrito por usted en su democrático diario? Nada de nuevo podría añadir, por io cual no quiero molestar con cacofonías, pero llamo la atención de nuestro digno gobernador y de la. Excma. Diputación provincial para que se cumpla el artículo 3º de la Ley.
Tengo entendido que el actual gobernador civil es una persona ilustrada, justa y digna de ocupar el cargo; pronto pues hemos de comprobarlo, porque si en tiempos conservadores se confeccionaban conservas con carroña, ya es hora de analizarlas, y demostrada que sea la sofisticad me, castigase con energía los energúmenos que pisoteando las leyes de la decencia, no han mirado inicuos medios para conseguir el logro de sus aspiraciones egoístas.
Paso A la justicia y al decoro y dejemos en un oscuro rincón á ios fantasmas figurones con sus manos negras, y caras antidiluvianas… que no hace mucho monopolizaron A su capricho los destinos de la provincia, digna de mejor suerte.
Hemos tenido varios gobernadores civiles neófitos^que han dejado memoria eterna por sus atróficos cerebros, inèrcia y excelentes estómagos; entre ellos descuella un San Martin de la Vara que nada tenía de santo, pero su vara no se le ha visto otra igual: a los amigos mazapán y los enemigos plim-plam.
Esta vara durante la epidemia colérica última estuvo encerrada en un escaparate por miedo á los mordiscos de los tunantes microbios y los pueblos que como este, estaban en un valle de lágrimas y miserias, no tenían el consuelo y la ayuda moral que en estas calamidades deben recibir de sus directores administrativos.
Testigo de cuanto llevo expuesto son todos los pueblos del bajo Aragón.
-¿Si habrá obtenido el bueno de don Rafael la Cruz de beneficencia de I .a clase en recompensa de tanto heroísmo en pró de la humanidad colérica? Me parece señor Rafael que no cobrará usted más los cuarenta mil y el pico que tan fácilmente penetraban en su bolsillo!…
Han desaparecido para siempre aquellas camarillas de literatos ‘estúpidos, de arácnidos horripilantes, hipócritas glotones, mastodontes y demás alimañas inmundas; han terminado sin vida en la tierra para dar, paso al sol de la libertad imperecedera, que no nos dejaremos arrebatar y tened en cuenta que antes de volver a ios tiempos inquisitoriales, sabremos dar fin con sus satélites, confundiéndolos con los escarabajos que se pisan con los pies, destrozándolos y volviendo después la cara á otro lado. indicando las náuseas y aversión que en vida \ muerte producen animales asquerosos.
Siento el no poder disponer de más tiempo para hacer un bosquejo de muchos figurones discípulos del fantasmagórico Paracelgo, ya veré si puedo hacerlo en otra ocasión.
De V. afmo, amigo s. s. q. b. s. m.,
Leoncio Serred.
Calanda 20 Febrero del 86.
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