Hoja del lunes : órgano de la Asociación de la Prensa de Burgos: Año II Número 54 – 1951 Marzo 12
Tampoco Manuel Martínez y Sanz nació en Burgos, pero su larga permanencia en nuestra ciudad, los cargos que ocupó en la Catedral y el haber escrito la historia de nuestro primer templo, le hacen acreedor a ocupar uno de los más destacados puestos entre los escritores burgaleses y a ser considerado Como un ilustre paisano.
No son muchas las noticias que poseemos de esto insigne prebendado de nuestra catedral. Solo sabemos que nació en Calanda (Aragón), que fue párroco en Zaragoza, que el año I858, se trasladó a Burgos, ingresando en el Cabildo de nuestra Catedral, como abad de Cervatos (dignidad más tarde suprimida). Después, tras notables ejercicios obtuvo, previa oposición, la canonjía magistral, siendo nombrado posteriormente dignidad de Chantre, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento, acaecido en el año 1878′.
A nuestra insigne biografiado hay que estudiarle como orador grandilocuente y como historiador notabilísimo. Como orador sagrado era Martínez y Sanz un verdadero maestro. Sus sermones eran de un fondo profundísimo y de maravillosa forma, en la exposición delos temas desarrollados. Algunos de sus discursos se citan como verdaderos modelos de oratoria sagrada, entre los cuales merece especial mención el que pronunció en la Catedral el dia 12 de Mayo de 1855, en la solemne función que se celebró conmemorar la declaración dogmática de la Inmaculada Concepción de María.
Como historiador hay que estudiarle detenidamente, pues en los años que fue canónigo archivero del Templo Metropolitano se consagraron durante muchos años del archivo, el cual llegó a conocer minuciosamente, pues dicen sus biógrafos que conocía uno por uno todos los documentos que se guardan allí.
La afición a los estudios históricos y artísticos lleváronle a escribit una notable obra titulada “Historia del Templo Catedral de Burgos” del la cual se hicieron bastantes ediciones y por lo cual mereció ser nombrado académico correspondiente de la Real de la historia. También publica el “Espiscopagio de Burgos” en el año 1874.
Acerca de Martínez Sanz, don Juan Albarellos en sus “Efemérides Burgalesas” hace el juicio critico siguiente :”De sus prolijas pesquisas e labor fueren fruto lá “Historia del Templo-Catedral de Burgos y Episcolegio de Burgas”, obras inestimables valía, en que deshizo no pocos errores y acopió una cantidad increíble de noticias y datos hasta entonces desconocidos.
Las obras del señor Martínez se distinguen por la sobriedad de su lenguaje y principalmente por los documentado de sus datos. Desdeñando la forma , ponía todo su empeño en no aventurar una sola afirmación que no hubiera comprobado, por cómo demuestran las abundantes referencias a los legajos del archivo. Adelantándose con esto muchos años a lo que hoy se exige en los estudios históricos y esa es la explicación de que mientras casi todos los libros análogos de su época han envejecido lamentablemente, los de Martínez Sanz gozan aun día de mayor autoridad y son lectura obligada a la que acuden con entera confianza cuantos escriben sobre Burgos.
En sus últimos años, ya agobiado por la edad y enfermedades, escribió un curioso opúsculo, que se publicó en el periódico local “caput Castellae” el primero a 5 de junio de 1878 y siguiente pocos meses antes de su muerte, titulado “Noticias acerca de las fiestas religiosas populares practicadas en la Santa Iglesia catedral de Burgos en la Edad Media”.
Nuestro insigne biógrafo falleció cristianamente en Burgos el días 12 de diciembre de 1878 y enterrado en el cementerio general de nuestra ciudad, ya clausurado.
Cerrado ya dicho cementerio en que descansaban los restos del ilustre historiador y amenazando desaparecer algún de sus restos venerados, la comisión de Monumentos, de acuerdo con el Cabildo metropolitano accedieron trasladar los restos del chantre de la catedral a un nicho que al efecto está en una de las iglesias del claustro catedralicio, ceremonia que se efectuó con gran solemnidad, después de celebrar los funerales y misa solemne de requiem.
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