Nota GREC
A lo largo del siglo XIX Calanda sufre las vicisitudes de la política nacional, su población se divide en dos bando enfrentados: afrancesados y patriotas, en liberales y carlistas, en partidarios de la demócratas y defensores de la restauración borbónica. Entre todas aquella corrientes políticas predomina la fuerte implantación del sector conservador. En 1823, 1834, 1847, 1871, en cuando el tradicionalismo llama a la rebelión parte de los braceros calandinos desenfundan espadas y trabucos, huyen al monte, y alzan banderas.
Tras la subida al trono de Alfonso XII y la derrota sufrida en la IIIª guerra carlista, el tradicionalismo vive inmerso en luchas internas y pierde gran parte de su sustento popular en Aragón. La base popular ha perdido confianza en los políticos filo-carlistas y han girado su mirada hacia la izquierda, hacia las corrientes radical, socialista, y anarquistas, que están luchando en la calle por conseguir sacarles de la miseria en la cual siguen inmersos.
El carlismo calandino deja de ser un movimiento de masas par convertirse en una corriente elitista. Efectivamente observamos como, parte de la burguesía local, cuyos padres y abuelos han sido abanderados de la causa liberal se aproxim a los líderes tradicionalistas los Santapau, los Gasque, l entorno a valores como la religión, y la defensa de su estatus social.
El autor del artículo, José Ginés, pertenece a la tercera generación de carlistas, a aquella generación que creció inmersa en el recuerdo idealizado de la azañas de sus antepasados pero nunca tomo las armas. Emigrado de Calanda a Barcelona, el discurso de José está tintado de nostalgia, de recuerdos de infancia y seguramemte distanciado de la realidad política calandina a inicios de la segunda década del siglo XX.
La Bandera regional. “A los Jaimistas de Calanda”..

A vosotros, amigos, paisanos y correligionarios de Calanda; á vosotros se dirige este humilde obrero que necesidades de la vida alejaron de su patria chica. Esos años que, distanciado, lejos de vuestra grata compañía, de adorado pueblo en que vi la luz. de ese rico suelo de la Soberana Reina, Nuestra Señora del Pilar, no han podido ahogar este Verdadero amor que sale de lo más profundo de mi corazón para todos los buenos calandinos.
¿No os acordáis de aquellas inocentes diversiones en nuestra tierna edad, de cuando jugábamos á carlistas y cipayos, mientras nuestros padres, seriamente se batían en los campos de batalla? ¿No recordáis con cuanta alegría subíamos la cuesta de Santa Bárbara y en lo alto de la montaña, al pie de la misma Hermita,con que entusiasmo vitoreábamos á los valientes batallones de nuestro Ejército? ¿Os acordáis, también, como se nos pegaba el polvo guerrero al abrazarnos con aquellos bravos voluntarios?
Estos recuerdos que anidan en mi mente parecen un imán para hacer sentir á mi corazón grandes deseos de reconquista, y estos deseos hacen que llame en mi ayuda á todos mis patricios, á todos los que en sus venas lleven sangre aragonesa. Echémonos todos á la calle, para propagar nuestros ideales; sepan todos donde está la única verdad que puede salvar á nuestra Nación, esa Verdad que solo se halla en la doctrina tradicionalista.
¡Sursum Corda! .Arríbalos corazones! Pobre es mi esfuerzo, pero nuestro Jefe regional en combinación con otras entidades jaimistas de Zaragoza, tiene proyectada una campaña de propaganda por el Bajo Aragón. La sola iniciativa de esa gran Cruzada que los zaragozanos quieren emprender me tiene entusiasmado.
Adelante todos, no desmayar, que Aragón no sea el último en despertar. Hace falta reunir esas masas de sangre carlista que son honra de esa Comarca de mis amores; conviene que se congreguen todos los que quieran salvarse bajo los pliegues de la gloriosa bandera tradicionalista y para que así se realice quiero llevar mi grano de arena. ¡Arriba, aragoneses! todos en busca de la restauración de España. Basta de pereza, calandinos, si queréis romper las cadenas con que unos hipócritas os están esclavizando, si queréis acabar con la usura, si queréis ser libres y que vuestros frutos sean respetados; contribuid todos en lo que podáis, á realizar esa campaña Católico-Tradicionalista que se vá á emprender, para que fructifique nuestro ideal que un día hizo grande á nuestra Nación; procurad s despierten los más apáticos, recordad á nuestros antepasados, aquellos bravos cruzados del Tradicionalismo.
Si amais á Dios y á nuestra madre Patria, si queréis que vuestra propiedad sea respetada, si queréis que vuestras justas quejas sean con atención escuchadas, si queréis gozar de la verdadera libertad, de la que Jesuscristo predicó;si no queréis que os sea privada la libertad de ir á misa, dé dar á vuestros hijos una enseñanza cristiana, y, en fin, que os roben de vuestras familias el sustento que con vuestro sudor hayáis ganado, y que vuestras vidas caigan en manos de esas turbas desenfrenadas que á voz en grito piden nuestra destrucción, si sois buenos hijos de Aragón, trabajad todos para que pronto sea un hecho el triunfo de la Causa Tradicionalista que será el del Derecho y de la Justicia.
Esto se puede lograr llevando cada uno su granito de arena: el que pueda ir en comisión para ofrecerse al Jefe regional, que vaya; el que sirva para formar comité de propaganda, que lo forme, y el que solo sirva para asistir á los actos que se celebren, que asista, que se vea que en Aragón hay sangre jaimista. ¡ ¡Aragoneses!!, de las Regiones Españolas ¿va a ser la nuestra la última en despertar? Es cuanto puede deciros vuestro amigo, paisano y correligionario.
José Ginés.
Obrero.
Nota del GREC. Tras cotejar el censo electoral de 1899, no se encuentra rastro de José Ginés; se supone que emigra a Barcelona con anterioridad a dicha fecha.
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