3 de junio 1933. El Ayuntamiento acuerda
El señor Presidente declaro abierta la sesión […] y seguidamente te paso a la orden del día empezando por las gestiones del concejal don Agustín Campos para ventilar el asunto de las Lomas.
Hace uso de la palabra el dicho señor diciendo que hay un acta del Ayuntamiento de fecha 22 de agosto de 1920 que dice bastante en favor de las rotuladores por tal pide que Se ha […] integra y que se les de amplios poderes a los rotuladores para hacer lo que crean por conocimiento.
El señor Morón propone que se nombre a una comisión independiente de este Ayuntamiento interviniendo desde luego el asesor jurídico de este Ayuntamiento y que te vea la forma de arreglarlo del mejor modo posible con los datos aportados por el señor Campos los que hagan falta.
El señor campos vuelve a hacer uso de la palabra para manifestar su conformidad lo mismo los concejales señores Pérez y Morón en que se nombre una comisión que entreviste con otros de los rotuladores y den solución a este asunto.
después de una larga deliberación se instituyó una comisión formada por los señores campos , Feliz, Luengo y el señor Alcalde y don Francisco Javier Ansuategui que se encargarán de ejecutar los resultados enviados al Ayuntamiento.
Acto seguido se da lectura de un escrito presentado por el Asesor Técnico de este Ayuntamiento manifestando en la necesidad de que por este Ayuntamiento se solicite la concesión, del Estado, del monte llamado Pinar Bajo con el fin de distribuirlo en parcelas entre los más necesitados.
18 de junio 1953. El Adelantado.
Hemos recorrido kilómetros y kilómetros de tierras yermas, en las que apenas crece el musgo. Es el famoso desierto de Calanda [Nota GREC: el autor hece referencia al Mont Alto y Monte Alcorisa, no Desierto de Calanda] en donde no hay ni cercas ni tierras de cultivo, donde no crecen ni siquiera las flores. Los hombres de esas tierras tienen forzosamente que ser filÛsofos, desde su nacimiento, en esa naturaleza pobre que les niega lo mas elemental.
Andorra surge en medio de este desierto como un oasis. Parece que Dios haya querido compensar la aridez de esa tierra con una riqueza subterránea que eÌ hombre, con el sudor de su frente, debÌa descubrir. Las minas de lignito son casi un milagro en esta
tierra, que parecÌa condenada a la esteriilÌdad.

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