Autoría: Amadeu Andrés García
Los ALFRANCA en Calanda
Los primeros registros del apellido Alfranca, aparecen en la segunda mitad del siglo XVIII, en los Libros Parroquiales, cuando el matrimonio formado por Pedro Alfranca Gargallo, hijo de Francisco y María, y María Mendoza Peralta, hija de Bernabé y Jacinta, llegados de Perdiguera, en la zaragozana comarca de los Monegros, inscriben los bautismos de siete hijos de sus nueve hijos.

La saga prosiguió con el matrimonio de uno de ellos, Pedro Vicente Alfranca Mendoza, con Manuela Rubira Gasque, celebrado en Calanda el 10 de Noviembre de 1792, según consta en el Acta del Libro Parroquial.

Las generaciones se fueron sucediendo durante el siglo XIX, hasta que en los inicios del siglo XX fueron tres las ramas que mantenían el apellido Alfranca.

En el Censo Electoral de 1890 encontramos a Dionisio Bolea Alfranca, labrador de 35 años de edad, residente en la calle de la Virgen. En el mismo año, un primo suyo, Lorenzo Alfranca Villuendas, jornalero de 36 años, está inscrito como residente en la calle de la Agüera, aunque unos años más tarde, concretamente en el Censo de 1906, su domicilio es en la calle de San Roque Baja. En el mismo Censo, un hijo suyo, Lorenzo Alfranca Manero, jornalero de 25 años, reside en la calle de Santa Bárbara.
A continuación, reseñamos el árbol genealógico del apellido Alfranca en Calanda, en el que hemos incluido todas las personas de la saga que lo ostentaron, bien fuera en primer o segundo grado, y sus cónyuges, hasta las tres generaciones que lo mantenían en los inicios del siglo XX. En el mismo, hemos omitido todas aquellos descendientes que tuvieron una muerte prematura y en consecuencia no intervinieron en el mantenimiento de dicho apellido.











Los orígenes del apellido ALFRANCA
Alfranca es un vocablo árabe que significa “la franca”, es decir, un lugar de tierra libre de deberes y contribuciones. En nuestro caso, parece ser que el apellido pudiera tener su origen en un antiguo lugar del término municipal de Zaragoza, de ricas y productivas tierras, situado entre dos ríos, habitado por la comunidad musulmana. Posteriormente fue ocupado, tras la reconquista por pobladores cristianos, y del siglo XVI aún se conservan las caballerizas, como edificio antiguo mejor conservado, pero fue entre los siglos XVIII y XIX, cuando alcanzó la etapa de máxima prosperidad y esplendor, de la mano de sus propietarios, los Marqueses de Ayerbe, quienes tras su natural función agropecuaria, la convirtieron en una finca lúdica y de recreo para la familia y la nobleza zaragozana. Para ello construyeron el palacio de estilo neoclásico y en 1884, el convento de estilo neogótico, que posteriormente cedieron a la Orden de San Vicente Paúl, la cual lo ocupó hasta 1896. A mediados del siglo XX, las celdas del monasterio sirvieron de vivienda temporal a los primeros colonos de La Alfranca, pero la iglesia mantuvo el culto religioso hasta 1980. En los inicios del siglo XXI, se procedió a la recuperación y restauración de todos los espacios, para convertirse en el Centro de Interpretación del Medio Ambiente de Aragón, dentro de lo que se ha llamado Reserva Natural de los Sotos y Galachos del Ebro, con más de 1500 hectáreas, que corresponden a los términos municipales de Pastriz, Zaragoza y el Burgo de Ebro.
El apellido como tal, aparece documentado por primera vez, en el año 1208, como Juan de Alfranca.
Como hemos citado anteriormente, el primer Alfranca que llegó a Calanda, era natural de Perdiguera, un pequeño pueblo al pie de la Sierra de Alcubierre, en la comarca zaragozana de los Monegros. En él cabe destacar sus restos de época romana, la Casa Consistorial, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y la ermita de San José; asimismo, en el referente mitológico aragonés, existe una leyenda que habla de las Brujas de Perdiguera.


Consultados los censos aragoneses de finales del siglo XIX, además de Calanda y Perdiguera, puede localizarse en apellido Alfranca, en localidades como Alcubierre, Alfajarín, Farlete, Leciñena y La Puebla de Alfidén, todas ellas situadas en la comarca oriental más próxima a Zaragoza.
En la actualidad, en España, son unos tres centenares las personas que ostentan el apellido Alfranca, en primer grado y otras tantas en segundo, ubicándose principalmente en la mencionada comarca de Zaragoza, como en otras capitales como Madrid, Barcelona o Huesca, fruto de la natural emigración rural del siglo XX.

Como curiosidad y seguramente también como fruto de la emigración, el apellido Alfranca puede encontrarse en algunos registros de países como Francia, Canadá y Venezuela.
Por último, los expertos en heráldica coinciden en diseñar el escudo de los Alfranca, como “en campo de plata, con un león saliente de gules, linguado y coronado en oro”.


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