Francisco Navarro Serred
El diseño de esta gran obra conventual se plasmó en dos planos conservados en el Archivo Histórico de Alcañiz. Están realizados sobre pergaminos y precisamente se han conservados a haberse utilizado como cubiertas de dos protocolos notariales, detallando el contenido del inventario, que quedó plasmado así:
La planta de la iglesia consta de atrio, bóvedas de lunetas, cúpula, espadaña, cripta sepulcral, sacristía, claustro, refectorio y portería. Dispone, además, de una explanada delante de la iglesia de 56 varas cuadradas.
Luego está el Convento propiamente dicho, descrito así:
- Planta inferior: aljibes, orno, cisternas, granero, lugar para coladas y orno para massadería.
- Planta segundo nivel: carpintería, dispensa para frutas, para guardar los trujales, y aser vino, pieza de la chimenea para la comunidad, oficio humilde (retretes), entrada y cozina, bodega para tener aceyte, sala para mortificaciones, cuarto de rasura, vacios de cisterna, refictorio, cozina y fregados.
- Nivel superior, dos plantas: celdas y pasillos.
- Planta última: librería y terraza.
Además anejos al convento estaban los edificios auxiliares, las ermitas de Santa Flora y de Nuestra Señora de las Nieves, el peirón y las masadas, parideras, fuentes, la nevera, la cárcel y la barda de excomunión. El diseño de la fachada y toda la fábrica del Convento son de estilo tardo barroco, ocupando una extensión de 1.800 metros cuadrados.
La fachada principal es el elemento más representativo de la iglesia. Consta de dos pisos, con aletas laterales, donde destaca el rectángulo carmelitano, sobre tripórticos y remarcado por pilastras. En el rectángulo aparece la hornacina con el imagen del titular San Elías, el escudo de la Orden, las ventanas de iluminación del coro y todo ello rematado por un frontón donde se abre un óculo o espejo.
No hubo mucho tiempo de paz para el Convento. La guerra de Sucesión se ensañó con el monasterio que ya estaba terminado, teniendo la categoría de convento. El 28 y 29 de enero de 1705 las tropas del archiduque Carlos saquearon el Convento y le prendieron fuego, teniendo que huir los frailes a los pueblos vecinos. El motivo fue que acusaron a la Comunidad de esconder al conde de Cifuentes, enemigo del archiduque.
En octubre de 1706 se inicia la reconstrucción del Desierto. Después de varios años de azarosa vida el convento y sus religiosos gozan de un periodo de reconstrucción y prosperidad, terminándose de construir la iglesia en 1728.
Pero con la guerra de la Independencia los religiosos se vieron obligados a abandonar el convento en 1809, saqueando el edificio las tropas de Napoleón, robando parte de la biblioteca y prendiéndole fuego. Terminada la guerra, en un clima de crisis económica y con tiempos difíciles por la inestabilidad política ya no fue posible volver a rehabilitar el Convento.
En 1835 se produce el fin. Con la desamortización de Mendizábal todos los bienes religiosos pasan a manos privadas. El nuevo propietario Antonio Calbo cultiva las tierras pero deja el convento en el más absoluto abandono.
Antes de salir los frailes del monasterio algunos de los bienes fueron repartidos entre las parroquias lindantes. Así el retablo mayor es llevado al templo del Pilar de Calanda, destruido luego durante la pasada guerra civil y las dos campañas del convento, también se las llevaron para el Pilar, siendo pagadas por el mayoral. Una de ellas fue rajada por un cañonazo en 1838 durante las guerras carlistas. Ambas fueron tiradas del campanario en 1936 y desechas en Barcelona para fines bélicos.


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