Autoría : Amadeu Andrés García
Calanda, como tantas otras ciudades y villas de las tierras que circundan el Mediterráneo, ostenta algunos interesantes ejemplares de relojes de sol, esos elementos que antaño servían para medir el paso de las horas, en función del recorrido del sol, y ayudaban a controlar los intervalos de las labores más domésticas y cotidianas.
Un reloj de sol, también llamado cuadrante solar, es un elemento, generalmente situado en las fachadas de las casas o edificios, que mediante la sombra que proyectaba el sol sobre una varita, denominada gnomon por la ciencia que los estudia, en un cuadrante en el que se indicaban las horas del día, y a veces también sus fracciones, permitía apreciar el paso del tiempo.
Existen de muy distintas formas y modelos, aunque los más frecuentes son los pintados o esgrafiados con dibujos varios, decorativos o ilustrativos, y con la varita o gnomon metálica, bien sea sencilla o bien con soportes adicionales. Otros tipos más antiguos, nos muestran los grabados en la piedra, conocidos como canónigos, que se encuentran mayormente ubicados en fachadas de iglesias o monasterios.
En realidad, los estudiosos del tema, nos hablan de la existencia de relojes de sol en templos egipcios, así como muchos otros pertenecientes a la época greco-romana, medieval, árabe, renacimiento, etc., hasta nuestros días, por lo que podríamos asegurar que se trata de un elemento que ha transcendido el paso de los siglos.
Centrándonos en nuestra villa, podemos realizar un pequeño recorrido para observar los ejemplares que atesora, y que a continuación detallamos, si bien cabe destacar que las imágenes y su descripción fueron captadas en los años 2013-2014, por lo que podría darse la circunstancia que algunos elementos o incluso fachadas, hubieran sufrido algún cambio con el paso del tiempo.
Empezaremos en la Plaza de España, concretamente en la fachada de las casas situadas enfrente de nuestra Iglesia de la Esperanza, donde podemos observar el primero. Está situado entre los balcones del primer piso del número 11, y presenta un rectángulo pintado en el que refleja la figura de un monje o fraile estudiando, con el arco horario inferior de numeración arábica de las 7 a las 4 y gnomon de varita simple. Su orientación es Sur y su estado de conservación muy bueno.
A apenas un centenar de metros, en dirección a la Plaza de la Hoya, podemos encontrar el segundo ejemplar de nuestra particular colección. Está situado en la fachada lateral de una dependencia adyacente a la Casa Allanegui, casa solariega en la que nació nuestro obispo don Antonio María Cascajares y Azara. El reloj puede verse desde la calle Mosén Vicente Allanegui, está pintado y presenta una forma rectangular apaisada, con doble marco, en el que se incluye la numeración arábica de las 7 a las 5 y gnomon de varita simple. Su orientación es Sur y su estado de conservación no es excesivamente bueno, aunque puedan apreciarse por completo, todos sus detalles.
Nos desplazamos ahora hasta la calle Mayor, número 53, esquina que se ubica delante de la Ermita del Humilladero, en la que se encuentra la casa perteneciente a la familia Gascón. Entre los balcones del segundo piso, podemos encontrar el tercero de los ejemplares que cubre nuestro recorrido. Se trata igualmente de un ejemplar pintado, de forma rectangular con los vértices cóncavos, con doble marco en el que se muestra la numeración romana de las VI a las VI, con el dibujo de una rosa de los vientos en el polo, de cuyo centro surge el gnomon de varita simple. En su lado superior puede leerse la inscripción “Ave María”. Su orientación es Sur y su estado de conservación presenta algunos desconchados en la pintura de la pared en la que se aloja.
Perteneciente a la misma casa y en su patio trasero, más conocido como la paridera, podemos observar los restos de otro reloj, de configuración muy parecida a este último. Puede observarse desde la Calle Serafín Espada y sus características son iguales al descrito con anterioridad, si bien cabe añadir que en su lado superior, debajo de la inscripción “Ave María”, figura la de “Año 1813”, lo que da exacta referencia de su antigüedad. Su orientación es también Sur, pero su estado de conservación es muy deficiente, por lo que sólo se observan sus restos.
Regresando hacia el centro del casco urbano, nos encaminamos hasta la Calle San Antonio, antiguamente conocida como la Calle Alta, para observar en la fachada de la casa del número 33, nuestro siguiente ejemplar. Entre los balcones del segundo piso, debajo mismo del alero del tejado, encontramos un reloj pintado sobre plafón revocado, de forma casi cuadrada, con los dos vértices superiores cóncavos, marco simple, numeración arábica de las 8 a las 4, y el dibujo sencillo de un sonriente sol, del que parte el gnomon de varita simple. En su parte superior presenta la inscripción “El sol el ser nos da”, su orientación es también Sur y su estado de conservación, muy bueno.
Estos serían los relojes de sol que podríamos encontrar dentro del caso urbano y que a la vez, presentan un cierto grado de antigüedad. Cabe añadir que es muy probable que existan algunos más, ubicados en los “masicos” o chalets de las huertas o urbanizaciones del ámbito municipal, en los que generalmente cumplen una función más estética o decorativa. Suelen ser más pequeños de tamaño, construidos con pequeñas baldosas cerámicas, o bien prefabricados en piedra artificial y por lo general, no ofrecen los detalles técnicos propios de su función. A modo de simple ejemplo, mencionamos uno, ubicado en una torre del Camino que desciende hasta el río Guadalope, bajo el Puente del Estertillo, que reúne las características antes mencionadas y que curiosamente está orientado al Oeste.
Amadeu Andrés García
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