Las Puertas de las Barberías.

22/03/2021
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Antonio Royo Albesa

Por desgracia de las antiguas barberías, o peluquerías, no tengo fotos pero sí muchos recuerdos e historias, que espero que os agraden.

Los barberos de antaño fueron un gremio muy particular, los sitúo tras los sanitarios porque tenían  una parte de su profesión que se acercaba a la de los médicos; y es que a la vez de rapar barbas, sacaban muelas. 

Esta profesión es, posiblemente, la única que tenía un distintivo casi universal, allí donde se veía como una espiral o franjas inclinadas con los colores rojo, azul y blanco había una barbería; allí donde se veía como una espiral o franjas inclinadas con los colores rojo, azul y blanco se sacaban muelas.  En estos últimos tiempos aunque algunos establecimientos siguen conservando el distintivo, ya no sacan muelas, para el bien de los sufridos pacientes. 

Otras señales menos “oficiales” pregonaban al público en general que en una casa se vendía, vino, vinagre, patatas, judías… ; y así, colgaban solitarios en el barandado de algún balcón : un romero, una aliaga, una mazorca de panizo ( aquí paniza) que tenían un significado preciso para los habitantes de la población.

A cada lado del Cantón de Miñón había dos barberías como vigilantes del sinuoso callejón que albergó una reconocida taberna allá por los años 20. La más alejada era regentada por “El Quirín” (malas lenguas decían que tenía un brazo más largo que otro); en el mismo edificio ejercía de peluquera de Señoras Teresa Vallés ayudada en sus últimos tiempos por sus hijas, mientras que su hijo José Luis se especializaba en Barcelona para dedicarse a ser peluquero de hombres. 

Antes de llegar al Cantón abría su barbería  “El Quín”, de nombre Joaquin Quin Urrios, y del que recuerdo ver todavía las tres franjas de colores que anunciaba su profesión. Otro establecimiento completaba el solar del edificio, la Sastrería de Mariano Manero que con su mujer Palmira, se afanaba en coser los mejores trajes y gabanes en una dura competencia con Manuel Bondía “El Charreta” que llegó a hacer pinitos como novillero con el sobrenombre de Granerito II

En la Calle San Miguel nº2, donde ahora está Regalos Valls, ejercía su profesión Cesar Sancho, un establecimiento de puestas marrones con dos sillones abatibles donde se afanaban tanto él como su aprendiz Pedro Luengo, “El Perico”. Hablemos de Cesar. En Calanda siempre ejerció de peluquero y también fue entrenador del Calanda Club de Fútbol, fotos hay que lo confirman. Cesar se trasladó posteriormente a Zaragoza donde abrió un colmado cerca del Pignatelli (que entonces era un hospicio regentado por las Hermanas de Santa Ana) hasta que falleció. Tuvo dos hijos, su hija mayor se casó con un albañil que hizo fortuna en Zaragoza y son ahora los propìetarios de las “Joyerias Tarin” de gran prestigio en la ciudad. Su hijo menor tuvo una vida más bien azarosa por más que su madre se esforzó en proporcionarle medios suficientes para vivir con su esfuerzo y asi entre los dos abrieron en la carretera el “Studio 2001” don el buen hacer de su madre en la cocina dió para una buena temporada. 

En la plaza San Miguel, donde ahora está la Carnicería del Juan Herrero, Había otra Barbería la del “Chori”, recuerdo que allí había una silla trona para cortar el pelo a los críos; a mi me rapaban, de eso tengo malos recuerdos, tenias que estar mucho rato con el cuello bajo y luego picaba todo el cuerpo por los pelos cortados.

Siguiendo por la plaza de los Mártires y pasando la tienda de ropas “La Moda” de Antonio Ferrer, girabas a la izquierda y antes del “Cuartico del Emilio” (pescadería) atendía el Gregorio en su pequeñísima peluquería donde, por lo general, el tema principal era la caza o el campo.. de esta no tenemos foto alguna porque estos edificios fueron derribados para construir el complejo de los Hermanos Bielsa, anunciado como Milar.

Las Puertas de las Barberías. 1
Gregorio Sanz en su barbería de la calle de la Fuente

EL PERICO Y LOS CHASCARRILLOS DEL TIÓ MARIANICO

Mención aparte merece Pedro Luengo “El Perico” toda una institución en el pueblo, tuvo sus establecimientos en la Calle San Miguel, primero en donde ahora está la Taberna Kalandria y luego donde La Joyeria Kronos. En su primera ubicación, daba por detrás a un patio de las Hermanas Serred (propietarias del edificio) y pianistas con lo que el buen Perico solicitaba que tocaran sus melodías preferidas y así tenía música en directo. Pero fue también un gran escuchador, así soportaba las ocurrencias del “Tío Marianico” autor de mil chascarrillos. Un día fue un zagal y le dijo:·Tio Marianico, me ha dicho mi padre que si me puede dejar el tronzador”, a lo que contestó: “Huy niño, no se si lo tengo aquí, o en Foz, si está en el Fornero o en Torrevelilla.” El zagal avispado le dijo: “Tio Marianico lo que parece es que no me lo quiere dejar “; a lo que contestó sin ningún empaque: “que listo eres ,niño”. Conocidos es de todos:la madera corta, todos a casa. Falta dinero señor, o todos los ratones muertos…ahogaos.
Un último chascarrillo paso estando en Barcelona: sus hijas le llevaron a un bar a tomar el vermú y al ofrecer unas olivas  contestó : “Olivas ya tengo bastantes en casa”. No hizo caso el del bar y sacó una ración de olivas rellenas, y catadas dijo “de estas … una molada”.

Nota GREC (Paco Buj Vallés)

Tendría yo nueve o diez años, cuando, esperando turno en la Barbería del “MANZANERO”, estuve fijándome en todos los detalles de mi alrededor: tijeras, navajas, máquinas de cortar el pelo totalmente manuales… ¡Y aquellos sillones de metal historiado, con su reposacabezas y el peldaño para los pies!
He de decir que uno de mis tíos tenía buena amistad con ese barbero, del que solo recuerdo el sobrenombre, el apodo. Así que mi estancia en aquel recinto cerrado, si me acompañaba aquel hermano de mi madre, me resultaba muy cómoda y amena.
Otro detalle que recuerdo es este: en las paredes se veían letreros -no sé si enviados por el obispado, o bien, por las autoridades civiles- en los que pude leer (y hoy recordar): “LA BLASFEMIA ES SIGNO DE INCULTURA”.- “NO BLASFEMES; HABLA BIEN”. Años 50. La Calanda que fue y que fuimos.

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