Autoría: Paco Navarro Serred
Introducción
No hay un lugar en Calada que tenga el encanto y la magia que encierra el espacio donde se alza el soberbio edificio del monasterio de San Elías, más conocido como el Convento del Desierto. Las sillerías de piedra que todavía permanecen en pie rezuman historia, preces y leyendas. Ubicado en un angosto valle, la val se extendía desde la sierra de La Ginebrosa hasta su desembocadura en el rio Guadalope.
Se llamaban desiertos alos enclaves que la Orden de los Carmelitas Descalzos atribuía a lugares alejados de las poblaciones y adecuados al rezo y oración, como una forma de espiritualidad y vida comunitaria.
El cenobio se construyó en un bello paraje abancalado, de modestos labrantíos, poblado de pinos, romeros, jaras y tomillos. Sus manantiales y acuíferos de los barrancos, facilitaron la fertilidad del terreno, dando agua para 104 caizadas de tierra El suelo peñascoso resultó muy apropiado para el cultivo de los olivos, que plantó la Comunidad a lo largo de más de cien años. Dista de Calanda a más de dos horas a pie o en cabalgadura, según los textos de la Orden carmelitana.
El escritor Ramón Mur indica en su novela Sadurija que el monasterio está edificado en un lugar casi equidistante de los núcleos urbanos de Calanda, Torrevelilla, La Cañada de Verich y La Ginebrosa, Los terrenos donde se levanta el Convento y la val, denominados Torre de Ginés, se extendían a lo largo de una superficie de 287 hectáreas, que fueron adquiridos por la Encomienda de Alcañiz
Para los amantes de la naturaleza y por su gran valor paisajístico, todavía es lugar de centro de excursiones, muy visitado por caminantes que dejan su impronta en los grafitis de las paredes del monasterio. Dícese que en su tiempo fue conocido como “Escorial del Bajo Aragón” por la majestuosidad y dimensiones de la edificación.
Actualmente en estado ruinoso, y muy degradado, mantiene la estructura original habiéndose desplomado las techumbres y la bóveda de la iglesia. Desde la Desamortización del siglo XIX, las guerras, despojos, saqueos, los agentes atmosféricos y el terrible incendio de 1985 han arruinado totalmente la edificación.
LA ORDEN DE LOS CARMELITAS DESCALZOS
Como consecuencia de la relajación de las normas eclesiásticas en algunas Órdenes religiosas, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz fundan en 1562 la Reforma que atañe a todas las comunidades de vida contemplativa, tanto hombres como mujeres. Los fundadores crean la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo, conocida mejor como la de los Carmelitas Descalzos
La regla básica de estas comunidades era la búsqueda de la vida centrada en Dios con toda la sencillez y pobreza, imitando a los primeros grupos de eremitas del monte Carmelo, en Jerusalén, que siguieron el ejemplo del profeta Elías.
Los Carmelitas se dividen en tres ramas, los de vida contemplativa, basada en el estudio y oración, los frailes que llevan el gobierno del convento al mando de un prior y los hermanos terceros o seglares, que realizan funciones secundarias.
Todos los moradores de un monasterio carmelitano estaban obligados a vivir en la pobreza, austeridad, castidad y obediencia. Además tenían que abrazar la vida de clausura, el celibato y las demás reglas vigentes en la comunidad.
Aparte de los turnos en los horarios de rezos de los siete Oficios Divinos, las celebraciones litúrgicas y otras disposiciones, el Convento del Desierto disponía de biblioteca, existiendo la sección de copistas de los pergaminos antiguos; escribanos que traducían del griego y latín los tomos de los maestros teólogos y los frailes especializados en la conservación de los inventarios de la Orden. Además, había una escuela para la formación de alumnos acogidos en plan de internado. Los monjes ayudaban a los sacerdotes de las parroquias colindantes en las celebraciones solemnes como en Semana Santa
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