
El 27 de mayo 1610 el bando de expulsión es proclamado en Barcelona iniciándose inmediatamente la salida de los moriscos de la zona de Lleida a través del Ebro hasta los Alfaques. El 29 se da a conocer en Zaragoza y en reino de Aragón. En el caso aragonés dos puertos de salida están previstos, el principal los Alfaques en tierras catalanas , otro secundario en la raya con Francia a través del Somport.
El contenido del bando de expulsión se difunde rápidamente entre la comunidad de los hasta ahora llamados cristianos nuevos. El documento recoge las líneas directrices del bando publicado en Valencia en 1609 y expone en primer término quien se verá afectado por la decisión regia. La expulsión afecta a todas las familias moriscas del reino, con ciertas salvedades : los niños menores de cuatro años, las moriscas casadas con cristianos viejos, las cristianas casadas con moriscos y sus hijos menores de seis años y, finalmente, los que puedan demostrar ser verdaderos cristianos.
Para evitar que los moriscos se dispersen y huyan de forma desordenada se les obliga a permanecer en sus pueblos hasta la llegada del comisario al cargo de la organización del tránsito. Los Calandinos durante esas fechas centran sus desplazamientos a Alcañiz, sede de las principales notarías de la Tierra Baja, donde tienen depositados sus empréstitos. Para los moriscos el acopio de moneda se convierte en una obsesión que les lleva a malvender cualquier bien que posean.
La fecha de salida de la población morisca de cada localidad está escalonada . Tras la entrada del comisario y de la tropa encargada de asegurar el transito, las comunidades tendrán un plazo de tres días para iniciar la marcha. Para evitar que la saca de moneda del reino, la corona limita la cantidad de bienes que cada expulsado podrán llevarse a los bienes que cada uno pueda acarrear sobre su persona.
Otro de los temores a los cuales se enfrentan las autoridades es que los moriscos asolen los términos; por aquel motivo deciden imponer la pena de muerte a quien destruya casas y regadíos o se dedique a quemar molinos y campos. La presencia en Calanda de un grupo de forajidos a sueldo del alcaide Quintanilla impide que tengan lugar posibles exacciones.
A finales de julio, frente a la toda poderosa monarquía, los moriscos calandinos, inmersos en la desesperación, desamparados, esperan con resignación la venida del Comisario y el inevitable y fatídico desenlace que les espera.
Fuentes documentales:
- Lomas Cortés, Manuel. La expulsión de los moriscos del reino de Aragón. Centro de Estudio Mudéjares (2008)
- Fernández Terricabras, Ignasi. Els moriscs catalans. La tràgica dissort d’una minoria.
- AHMA. Protocolos notariales
- APC . Libros de difuntos, matrimonios y bautismos
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