Autoría : Francisco Navarro Serred
Allanegui, el erudito presbítero local, autor de los “Apuntes históricos”, nombra a los Serred, como una de las familias ilustres de la Villa, asentados en esta población en el siglo XVII. Del primer antepasado que tenemos noticias es del médico Baltasar Serred, que según los libros parroquiales muere en Calanda el 2 de octubre de 1704.
Casi todos los varones de esta saga familiar, por parte materna, fueron médicos. Personas ilustradas, librepensadores y comprometidos socialmente. Los Serred ejercieron la medicina en Calanda y en pueblos del Bajo Aragón.
En el árbol genealógico, del que tenemos constancia, aparecen los datos del padre del tatarabuelo, Miguel Serred, que nace en Calanda el año 1798, contrayendo matrimonio con Casilda Gasca. Tuvieron dos hijos, Ignacio, el tatarabuelo, nacido en 1824 y Cristina.
Del tatarabuelo, Ignacio, también médico, guardan noticias la familia de que era un intelectual, tolerante y defensor a ultranza de la libertad, siendo el primer presidente de partido Republicano Progresista de la población. Falleció en Calanda el 6 de marzo de 1906 de un derrame cerebral, dejando dos hijos, Leoncio, del que nos ocupamos a continuación, y el pequeño Francisco.
EL BISABUELO
Leoncio Serred Guarch, nace en 1847. Estudia medicina en la Facultad de Zaragoza y en 1868 obtiene la licenciatura de médico cirujano. Su primer destino fue La Fesneda donde permaneció dos años, y posteriormente es trasladado a Calanda donde ejerció la profesión hasta la fecha de su fallecimiento, ocurrida en 1921 a los setenta y cuatro años de edad.
Leoncio estuvo casado en primeras nupcias con Librada Gasca sin tener descendencia. Fallecida su mujer contrajo matrimonio en 1884 con María Sanz Sanz, de la familia de los carreteros. Con su segunda esposa tuvieron nueve hijos, pero solo les sobrevivieron dos, Emilio, mi abuelo, y Rafael. Contaba la familia que durante la época de los nacimientos el bisabuelo solo hacía que ir y venir al Registro Civil, a inscribir a sus hijos que nacían y luego a darlos de baja por defunción.



Por las informaciones que hemos recogido de nuestros antepasados, trasmitidas de generación en generación, la bisabuela María, la carretera, mujer díscola y arisca, cuyo temperamento quizás pudo influir en el bisabuelo cuando la conoció, fue apresada por los carlistas, en la tercera guerra civil, de 1872, siendo torturada, atada en uno de los pilares de la Plaza, en donde le raparon la cabeza al cero y luego fue emplumada por no denunciar a los carlistas las personas liberales que había en la población.
Al bisabuelo, hombre de gran vitalidad, le tocó vivir de lleno, no sólo los sucesos políticos que sacudieron España en los finales del siglo XIX y principios del XX, sino también los que afectaron a la localidad, tanto debido a su profesión como en los acontecimientos sociales que hubo en la población.
Muy notable debió ser la noticia cuando el periódico El País, el día 30 de junio de 1888, daba en su primera página la nota de la creación del comité del partido Republicano progresista de Calanda, siendo el presidente honorario, Leoncio Serred Guarch y presidente efectivo su padre, Ignacio.
El bisabuelo fue un paladín en la lucha social, promoviendo iniciativas para el control sanitario de las epidemias, un estudioso de todos los avances de la medicina y conocedor de las enfermedades más comunes de la época.
Le tocó a Leoncio Serred, como médico titular de pueblo, hacer frente a la epidemia de cólera que azotó España en 1885, y en Calanda en particular, en la que estuvieron cuarenta días sitiados, registrándose 533 defunciones. El bisabuelo dirigió la lucha contra la epidemia de una forma heroica, tanto es así que el Colegio de Médicos de Teruel, reconoció su trabajo, otorgándole un diploma de honor.
Serred cultivo la amistad y cruzó cartas con los regeneracionistas de Bajo Aragón, como Mendizbal, de Alcañiz, Juan Pio Membrado, de Belmonte y Vidiella de Calaceite. Estos eran un grupo de eruditos disconformes y rebeldes, que emergieron del desastre colonial de España, exigiendo una nueva forma de administrar el país, en concreto la Tierra Baja, marginada totalmente por los políticos. Con todos ellos cruzó numerosa correspondencia perdida durante la guerra civil.
Mi antepasado, aparte de médico, fue un estudioso de la filosofía, enamorado de la botánica y músico, sabiendo interpretar al piano las partituras de los compositores de la época. Además estaba al corriente de todas las novedades literarias del país. En su despacho médico, repleto de libros, con tibias y calaveras, coleccionaba los ejemplares de la revista anarquista “El Motín” de la que estaba suscrito.
Siempre nos han contado la familia, mi madre y mis tías, que el bisabuelo escribía como una especie de diario en un libro de tapas duras que tenía en el despacho. Allí dejaba anotaciones de diversa índole, como informes médicos de sus pacientes, intervenciones quirúrgicas, recetarios, recursos caseros, acontecimientos familiares y demografías. El libro era una especie de archivo, con escritos de devocionarios, trabajos agrícolas y pensamientos políticos. Era un patrimonio etnológico familiar, que lo guardaban sus descendientes como un relicario y que se perdió a raíz de la maldita guerra civil.
Conchita Buñuel, la hermana del director de cine, comentaba a mi familia que en ese despacho acudía su hermano Luis y allí se movía el cineasta como pez en el agua, pues tenía material de sobra para reconducir su controvertida formación humanística.
Los Serred, estuvieron siempre muy vinculados a los Buñuel. En su libo “Mi Último suspiro”, Luis Buñuel escribe del bisabuelo lo siguiente, “uno de los hombres más recios de Calanda, que se hubiera muerto de risa si llega a enterarse de nuestros problemas de conciencia, era don Leoncio, uno de los dos médicos, republicano acérrimo que había empapelado su despacho con las páginas en color de la revista “El Motín”, republicana, anarquista y ferozmente anticlerical, muy popular en la España de entonces.”
Según las fuentes de información del ex director de CBC, Javier Espada, Serred fue el médico que le dejo entrar en el cementerio a Luis Buñuel, para ver una autopsia de un vecino que había muerto de forma violenta. Esta escena quedó grababa para siempre en la memoria de Buñuel
Paradójicamente a la fama de anticlerical del bisabuelo, encontramos hace unos años en la casa familiar, un curioso diploma expedido por el Patronato Social de Buenas Lecturas, fechado el 1 de enero de 1914, en el que le agradecen la donación de libros y los servicios que presta a la Religión y a la Patria.

Incluso a la familia les consta que Leoncio Serred, practicaba muchas obras de caridad, aconsejando a los enfermos que estaban moribundos que recibieran el viatico y su predisposición ayudando a la Parroquia. A sus hijos, mi abuelo Emilio y al tío Rafael, les ordenaba ir a misa los domingos, entrando en la iglesia al primer toque.
En el pueblo, que había dos galenos a don Leoncio le decían el médico de los pobres. Era indudablemente una persona peculiar, dotado de una extraordinaria simpatía, gran conversador y muy avanzado en el tiempo que le tocó vivir. Igualmente nos consta que en varias ocasiones y por su carácter tan contradictorio fue denunciado y hasta apresado por no obedecer a la autoridad.
La verdad es que mis bisabuelos maternos fueron genio y figura hasta el final de sus vidas.
Paco Navarro.
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